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Benzodiacepinas

Benzodiacepinas

Nombre(s): Benzodiacepinas. Valium, Tranxilium, Trankimazin, Lexatin, Orfidal. (marcas comerciales).

Principio(s) activo(s): Derivados químicos de la estructura de la benzodiacepina, nombre derivado de la unión de un anillo de benceno y un anillo heterocíclico llamado diacepina. Son sustancias cuyos nombres -en la mayoría de los casos- terminan en “pam” o “lam”, como “diacepam”, “ketazolam”, “bromacepam”, “flunitracepam”, etc.

Clasificación: Sedantes, ansiolíticos, hipnóticos, miorrelajantes, agonistas GABA.

Presentación(es) común(es): las benzodiacepinas se pueden encontrar pastillas, cápsulas, inyectables e incluso formas de uso rectal, todas ella especialidades farmacéuticas. Aparte, existen presentaciones -en pastillas y en polvo- fuera del mercado farmacéutico y dentro del mercado de los “legal higs” (sustancias no controladas -aún- por ley) de diversas benzodiacepinas y derivados. Es la medicación psicoactiva de prescripción médica más común en España.

Historia: la primera benzodiacepina fue sintetizada -como otros 241 compuestos- por Leo Sternbach, un químico de origen austro-húngaro nacido en la zona de la actual Croacia. Fue el clordiacepóxido y aunque fue sintetizado en 1955, no fue hasta dos años después -cuando se había abandonado el proyecto de la búsqueda de moléculas farmacológicas en ese área por orden de la compañía- se encontró por parte de un trabajador de Hoffman – La Roche, la empresa farmacéutica para la que trabajaba Sternbach en ese momento y, notando que no había sido enviado a las pruebas con animales para determinar su actividad, lo envió él mismo. No esperaba nada positivo, y la respuesta mostró un potente sedante, anticonvulsionante y miorrelajante. Se introdujo al mercado para humanos en tan sólo 3 años tras el re-descubrimiento, por su ventajas sobre los barbitúricos en seguridad, ya que difícilmente pueden matar cuando son usadas sin combinar con otras drogas. Tras ello, en 1963 nació -para el mercado- el “Valium”, como una versión mejorada de su antecesor, con un increíble éxito de ventas que le hizo, con los años, llegar a ser el medicamento más vendido durante 13 años. Si bien fueron introducidas al mercado como drogas “no adictivas”, lo cierto es que no es así. El propio Leo Sternbach, al ser consultado sobre su posible carácter adictivo, dijo que le parecía imposible “ya que para que algo fuera adictivo, tenía que producir placer”. Se equivocaba también, como “reconoció” años después, cuando tras haber probado él mismo su creación dijo que “era un medicamento con unos efectos secundarios muy agradables, un somnífero bastante bueno y que por esa razón se tendía a abusar de él”. Las benzodiacepinas son fármacos de uso muy común hoy día para tratar una enorme paleta de trastornos y sintomatologías, principalmente relacionadas con la ansiedad, el insomnio, la epilepsia y los problemas musculares.

Forma, dosis y consejos de reducción de riesgos en su consumo: aunque todas las benzodiacepinas producen efectos ansiolíticos, relajantes e hipnóticos, no todas lo hacen con la misma potencia, duración e intensidad. Las dosis deben de considerarse siempre en base al compuesto, aunque son compuestos que en su mayoría ejercen efecto en el rango de menos de un miligramo a unos pocos miligramos, se debe buscar información específica sobre el compuesto para aproximarse de forma segura al mismo. En el caso de los compuesto benzodiacepínicos vendidos como “legal highs”, la falta de controles -que sí tienen los preparados farmacéuticos- puede originar fluctuaciones en la pureza del producto ofrecido e incluso equivocaciones entre productos (confusión que puede ser mortal). No se debería consumir un derivado benzodiacepínico del que no tenemos confirmación analítica cuando su origen y datos no ofrecen garantía suficiente. Cuando se tiene la certeza de que el compuesto es lo que presumimos (por análisis o por su origen farmacéutico) debemos buscar información sobre el compuesto y sus dosis y, si pretendemos tomarlo fuera de una prescripción médica, empezar con la dosis más bajas posibles y dejar pasar tiempo suficiente antes de probar con dosis superiores. No se deben mezclar con alcohol, porque ambos son depresores del SNC vía agonismo GABA y la mezcla suele producir fuertes efectos de desinhibición, coordinación motora nefasta, agresividad y amnesia, así como rebajar la cantidad necesaria de cualquiera de las dos drogas para producir una sobredosis. No se deben mezclar con opiáceos u opioides -fuera de prescripción médica- por la misma razón de efectos sinérgicos en la depresión del SNC ni con otros depresores como ketamina, barbitúricos, o GHB. Son sustancias que crean adicción física y psíquica, y cuyo cuadro abstinencial es más largo, severo y peligroso para la salud que la abstinencia a opiáceos como la heroína, porque la abstinencia a las benzodiacepinas puede provocar la muerte. Recuerda que si las consumes, la frecuencia de uso y la intensidad del mismo son factores muy a tener en cuenta para entrar o no en situaciones de problemas de carácter adictivo con estas drogas.

Efectos: los efectos de las benzodiacepinas son de carácter relajante, provocador de sueño, aliviador de tensiones psíquicas y musculares, facilitadoras del sueño, y en dosis mayores puede provocar desinhibición, sopor o sueño intenso aunque rara vez pueden provocar la muerte. Asimismo las benzodiacepinas puede provocar reacciones paradójicas, especialmente al combinarse con alcohol u otros psicoactivos, por las que la hostilidad y la agresividad que deberían relajar, se ven aumentadas. Estas reacciones son poco frecuentes pero no son descartables, especialmente en combinación de drogas, siendo fenómenos más comunes en individuos de menor y de mayor edad y menos en la edad adulta intermedia.

Riesgos: los riesgos del consumo de benzodiacepinas de forma ocasional, son aquellos referidos a una correcta dosificación e identificación del producto. Con productos de origen farmacéutico de dosis y pureza conocida, el consumo ocasional de benzodiacepinas en dosis adecuadas en un entorno seguro sin la presencia de otras drogas presenta pocos riesgos más allá de un fuerte sueño o estado de indiferencia emocional y sopor. Las benzodiacepinas por si mismas, rara vez resultan mortales en sobredosis, ni siquiera cuando se utilizan con ese propósito de acabar con la propia vida. Si entran en uso otras drogas como alcohol o depresores del SNC como opiáceos, los riesgos de sobredosis con resultados fatales se disparan. En el consumo crónico de benzodiacepinas, el riesgo es la adicción a las mismas, que puede tener muchos grados dependiendo de los factores de consumo y la farmacología de la sustancia exacta consumida. El síndrome abstinencial severo a las benzodiacepinas puede resultar mortal, por lo que la deshabituación se debe hacer bajo control médico.

Estatus legal en España: Reguladas como fármacos de prescripción médica. Legales si se trata de compuestos todavía no fiscalizados por ninguna ley.

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