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Opio y Morfina

Opio y Morfina

Nombre: Opio y morfina.

Principio(s) activo(s): Morfina, junto con pequeñas cantidades de otros alcaloides como codeína en el caso del opio.

Clasificación: Analgésico narcótico.

Presentación(es) común(es): el opio es un látex de color marrón muy oscuro o negro, y la morfina es un polvo blanco amargo. Las presentaciones farmacéuticas de morfina pueden ser tanto pastillas, de liberación inmediata o liberación sostenida, como inyectables.

Historia: la relación del ser humano con el opio y con su planta, la adormidera o Papaver somniferum, data de varios siglos antes de la era cristiana. El nombre actual fue dado por Hipócrates, que llamó al látex recogido de la planta “Opos Mekonos” o “jugo de adormidera”. Fue durante siglos el principal recurso analgésico de la farmacopea hasta que en el siglo XIX se extrajo del opio su principal principio activo, la morfina, permitiendo preparados de calidad farmacéutica y composición exacta. La morfina pasó a ser usada como el analgésico de elección hasta que se hicieron visibles sus propiedades adictivas. Es todavía uno de los analgésicos considerados “medicinas esenciales” para la OMS y el analgésico estándar frente al que se miden todos los demás.

Forma, dosis y consejos de reducción de riesgos en su consumo: el opio se puede consumir fumado o por vía oral principalmente ya que, aunque pueden existir preparaciones farmacéuticas de opio inyectable, su preparación para ser inyectado -con seguridad- no es sencilla, existen grupos que la practican con opio recogido de la planta directamente y un proceso bastante básico, con serios riesgos frente a otras vías de consumo. El buen opio oscila entre el 10 y el 15% de pureza en morfina, con lo que quien tenga intención de probarlo por primera vez debería no sobrepasar los 150 a 200 miligramos de opio por vía oral, antes de comprobar sus efectos y decidir si sube la dosis. Fumado, sus efectos hacen mucho más difícil llega a una sobredosis que resulte letal, ya que el usuario va notándolos prácticamente en el acto. No se debe mezclar con alcohol ni con otros depresores como benzodiacepinas, si no es por indicación médica (la mayoría de las sobredosis se producen por esas mezclas). El cannabis potencia el efecto del opio y de los opiáceos narcóticos. Es frecuente, sobre todo en usuarios sin tolerancia, que el consumo de opio/morfina induzca vómitos y no sólo por vía oral, con lo que es bueno tener el estómago vacío y un lugar donde -de sentirse necesario- se pueda vomitar. Tanto opio como morfina son drogas con propiedades físicamente adictivas, con lo que el usuario hará bien espaciando las tomas en el tiempo si no quiere enfrentarse a una situación de adicción a opiáceos. La morfina es activa por vía oral desde los 10 mgs (puede ser menos según sensibilidad individual) como analgésico, siendo activa con la mitad de dosis como antitusígeno. Puede ser consumida de forma oral, esnifada, por vía rectal, inyectada y también fumada aunque no rinde bien con esta vía si es en forma de sal (la presentación más común es la sal “sulfato de morfina”). La vía oral es la que muestra efectos menos potentes a igual dosis, luego la esnifada (aproximadamente mismos efectos con la mitad de una dosis oral) y la más potente es la vía intravenosa, que necesita aproximadamente una cuarta parte de la dosis por vía oral para rendir un efecto similar). Si vas a inyectarte, usa siempre material estéril y no lo compartas, desechándolo adecuadamente.

Efectos: los efectos que producen opio y morfina son muy similares, aunque se acepta que el efecto del opio resulta “algo más ligero” y la morfina resulta “algo más pesada” (menos lúdica y más analgésica). La sensación con dosis bajas es la de una ligera despreocupación, buen ánimo, ausencia de dolores leves y molestias, cierta somnolencia que puede progresar a sueño. Con dosis medias la despreocupación se torna casi apatía ante cualquier actividad que implique movimiento, la analgesia es marcada, la persona “cabecea” (se queda dormida breves instantes), el vómito resulta más frecuente, existe cierta depresión respiratoria. Con dosis altas de morfina es difícil mantenerse despierto, y son marcadamente desagradables para aquellos que no tienen costumbre frente a esta familia de drogas (opiáceos y opioides).

Riesgos: tanto opio como morfina son drogas potentes que causan adicción física en quienes las consumen de forma crónica. No está bien establecido qué consumo debe darse para que se establezca una adicción leve (con un síndrome de abstinencia leve, similar a una gripe) pero una vez que se consume a diario más allá de una semana es posible encontrarse reacciones abstinenciales -“el mono”- cuando se suspende el consumo, más duras cuanto más largo e intenso (en vía de administración y dosis) haya sido ese consumo. Los opiáceos matan por depresión respiratoria cuando se toma una sobredosis, siendo un proceso en el que un usuario inconsciente va respirando de forma más débil hasta que muere. Este proceso se revierte inmediatamente con la administración de otro fármaco derivado del opio –naloxona– si se ha cogido a la persona a tiempo. Si alguien ha consumido un opiáceo/opioide y se encuentra inconsciente, es el momento de llamar a emergencias.

Estatus legal en España: Regulado opio y morfina como fármacos de prescripción, ilegales en los demás casos.

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