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Perdón, lo siento, no volverá a ocurrir

Perdón, lo siento, no volverá a ocurrir

Por Drogoteca

Pedir disculpas sin asumir responsabilidades parece haberse convertido en una nueva moda.


El pasado mes de febrero el ex presidente estadounidense Bill Clinton quiso unirse a ella ante una audiencia compuesta por jóvenes mexicanos y mexicanas durante el encuentro: “Juventud y productividad en México”. Clinton quiso sincerarse 14 años después de haber abandonado su cargo como presidente de los Estados Unidos de América. Frente a las personas que abarrotaban el auditorio del campus Coyoacán de la Universidad del Valle de México, el ex mandatario se disculpó por la estrategia de combate a las drogas que mantuvo su gobierno mientras fue máximo responsable: “Ustedes tienen todo lo que se necesita, y yo desearía que no tuviesen narcotráfico, pero no es su responsabilidad. Nosotros bloqueamos el ingreso de drogas por aire y por mar”. Esta decisión, según explicó el propio Clinton, concentró todo el tráfico de drogas vía terrestre afectando de una manera determinante la realidad del país vecino. Sin embargo este ataque de arrepentimiento y sinceridad no es nuevo en el ex mandatario que junto a otros ex presidentes del continente se oponen a la política de combate a las drogas que se ha impuesto por más de 40 años.

clinton

Rompiendo el tabú

Breaking the taboo” fue el nombre del documental y la campaña de difusión que inició Sam Branson, hijo del magnate y filántropo Sir Richard Branson, para promover un cambio en la política de drogas a nivel internacional. La campaña reunió personalidades de distintos ámbitos: actores, empresarios, músicos y políticos de todo el mundo. La iniciativa unía a famosos como Gael García Bernal, Sting y Yoko Ono con intelectuales como Mario Vargas Llosa o Noam Chomsky. Los más audaces aparecían incluso entrevistados en el mismo documental. Ese fue el caso de Bill Clinton que en una de sus apariciones afirmaba: “El mayor problema que tenemos ahora es nuestra doble responsabilidad por el problema en México, porque somos (Estados Unidos) un gran centro de demanda de drogas y porque dejamos que prescribiera la prohibición de armas de asalto”. Ya en 2012, año en que se realizó el documental, el ex presidente se mostraba abiertamente arrepentido y responsable, junto al resto de estadounidenses, de la situación mexicana. Como líder de opinión Clinton sigue siendo uno de los ex presidentes mejor valorados por los estadounidenses, a pesar de los escándalos sexuales durante su mandato, y sigue siendo recordado por su tono desenfadado y divertido, todavía permanece en la memoria de muchas el momento de risa incontenible compartido junto a Boris Yeltsin en los primeros años de relaciones con Rusia tras la caída del muro de Berlín, o la soltura con la que tocaba el saxo. Esa actitud tan característica de él, campechana y amigable, es la que el señor Clinton utilizada en la mayoría de sus intervenciones en el documental para reconocer el descalabro en cuanto a la estrategia contra las drogas: “Es obvio que si el resultado esperado era eliminar el alto consumo de drogas en Estados Unidos y las redes del narcotráfico, eso no funcionó”.

Plan Colombia

No tiene sentido pensar en eso como una guerra de la sociedad. Como si hubiera una solución militar. Yo tengo experiencia, incluso una experiencia personal. Tuve a un hermano que era adicto a la cocaína. Así que se mucho al respecto. Hay muchas cosas que hubiera hecho de otro modo. Mi oposición a repartir jeringas o al uso médico de la marihuana cuando yo era presidente estaba equivocada”. Convencido de la necesidad de buscar otras soluciones al problema de las drogas en el continente el ex presidente olvidó pedir disculpas por la decisión más controvertida y definitoria de lo que fue y está siendo la estrategia de guerra contra las drogas: el Plan Colombia. Su gobierno fue el impulsor de lo que significó la implantación real de la guerra contra las drogas facilitando a partir de 1998 material, efectivos y entrenamiento al gobierno colombiano así como a organizaciones paramilitares creadas para “erradicar” las plantaciones de coca en el país suramericano. Después de 15 años de sacrificios económicos, militares y humanos el objetivo planeado está todavía muy lejos de conseguirse mientras que la violencia, la corrupción y los cárteles se instauraron de forma muy peligrosa en el país. Pero incluso ante el fracaso estrepitoso de esta estrategia, los presidentes que siguieron a Clinton no dudaron en exportar a otros países latinoamericanos. El caso más sangrante: México.

Iniciativa Mérida

El Plan Colombia en México se llama Iniciativa Mérida. Se firmó diez años después del Plan Colombia, en 2008, cuando ya era evidente el desastre que había significado el primer plan. Millones de dólares invertidos en entrenamiento, equipo y personal estadounidense para apoyar la guerra contra las drogas en México. En 2015 los datos oficiales hablan por sí solos: 80 mil muertos, más de 22 mil desaparecidos y las instituciones públicas totalmente desacreditadas a nivel popular. No se ha reducido el tráfico de drogas, ni el lavado de dinero, ni el tráfico de armas, problemas que su vecino del norte, Estados Unidos, lejos de paliar, agrava sin reducir la demanda de droga, el control sobre los bancos o la limitación del comercio con armas de uso militar. El propio Clinton reconoce: “Creo que unas dos mil armas por día entran a México desde los Estados Unidos a través de la frontera”. En ese contexto es loable que un responsable directo de esta realidad como lo es el ex presidente Clinton, con motivo de una charla ante jóvenes mexicanos, pida disculpas. Lo realmente decepcionante es que siempre lo hagan cuando ya están fuera del cargo, que siempre olviden lo más comprometedor y que las disculpas no conlleven más responsabilidades.

Ilustración: Nasser

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