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AURORA & THE BETRAYERS

AURORA & THE BETRAYERS

Por Larry Acr

Una vez resuelta su convulsa salida de Freedonia -que no entraba en sus planes iniciales-, y tras un tiempo de adaptación para poner en marcha su proyecto en solitario en un proceso de grabación que ella misma califica como “una auténtica montaña rusa”.


La realidad es que Aurora García es, hoy por hoy, una artista que atraviesa un momento de forma extraordinario al frente de un proyecto honesto que, aunque bebe de la música de raíz afroamericana -blues y soul principalmente-, huye de etiquetas que “te esclavizan y te encasillan”. Su segundo álbum “Vudu” así lo refrenda.

Sorprendió tu salida de Freedonia, un proyecto consolidado del que te habías revelado como su cara más visible. ¿Sentías la necesidad de desarrollar ideas diferentes a la banda? ¿Qué reticencias sentías que existían en la banda a las ideas personales que pudieras aportar?

Bueno, el conflicto principal no surgió por diferencias meramente artísticas, sino que fue un conflicto más bien de carácter profesional. Todos teníamos claro el concepto de la banda, pero teníamos diferente opinión sobre la implicación de los individuos y el carácter empresarial del proyecto. Siempre que existen diferencias, hay varias versiones de los hechos, claro. Yo, desde mi punto de vista, no puedo sentir que por el hecho de ser la cara de una banda sólo puedo desempeñar ese único papel en mi vida artística, a no ser que sea mi decisión, y sentí que era eso lo que se me pedía. Ahora, con la perspectiva del tiempo, pienso que eso fue lo mejor para todos.

Desde tu salida de Freedonia, te tomaste un largo periodo de en torno a un año para ir dando forma a tu proyecto en solitario, componiendo y confeccionado la puesta en escena. ¿Partías de cero o ya tenías ideas en mente que no habías podido o querido desarrollar con Freedonia? ¿Qué concepto tenías en mente plasmar con tu aventura en solitario y en qué medida se han ido transformando conforme avanzaba el proyecto? ¿Cómo fue el proceso de composición y preparación de las nuevas canciones, y de qué modo difería del que ponías en práctica como componente de Freedonia?

Mi intención no fue salir de Freedonia. Es más, no quería, así que no tenía nada pensado ni planeado. Tampoco tenía pensado hacer nada en solitario. Grabé dos canciones con Sietepulgadas Records por puro placer artístico, como otras tantas grabaciones y colaboraciones que he hecho a lo largo de mi vida. Canciones que escuchó una editorial que trabajaba asiduamente con ellos y enseguida se sintió interesada. Esta oferta (meramente editorial, no discográfica) no sentó bien a mi banda, cosa que me hizo pensar en mi posición. Tras todo lo que trajo este episodio, decidí tomar mi camino. Sietepulgadas tampoco quería meterse en un proyecto de estas dimensiones, pero en cuanto se planteó la posibilidad, parece que todo el mundo pensó: ¿por qué no? Todos sabíamos lo que suponía montar una banda así y la grandísima apuesta que suponía. Ni siquiera nos conocíamos… Era una locura. El destino ha hecho que pudiéramos conocernos, entendernos y comenzar a componer en ese primer disco partiendo de influencias musicales en común. Cuando comencé a verles trabajar, se abrió un mundo nuevo para mí. Muchísima información, mucho conocimiento musical y técnico a la hora de tocar y producir música, mucha pasión y muy pocas barreras artísticas. Fue un choque artístico muy grande y duro de afrontar para mí por mi estado emocional en ese momento, pero, sin duda, tan enriquecedor que apenas puedo creer lo que he aprendido en tan poco tiempo. El sufrimiento trae aprendizaje, y salir de mi círculo de seguridad es una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida.

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La acogida de vuestro primer trabajo “Shadows Go Away” se puede decir que desbordó las expectativas, alcanzando a un público más generalista, recibiendo críticas positivas por parte de los medios, y posibilitando una gira por España con numerosas fechas. ¿Te sorprendió que esto ocurriera o has sido consciente desde el principio del potencial que tenía la banda?

Pues son muy buenas preguntas. La verdad es que el proceso de construcción del proyecto ligado a la producción del primer disco fue una auténtica montaña rusa. Se nos juntaron la ilusión, las dudas, la incertidumbre, y un montón de sensaciones muy contradictorias todo el tiempo. Enseguida acabamos el disco, nos sentimos muy orgullosos del trabajo que habíamos hecho. Habíamos conseguido conectar entre nosotros, y creemos que esa magia pudo llegar a los oyentes. Estábamos sorprendidos, por supuesto, pero por otro lado cargados de fuerzas al pensar que algo increíble había pasado en nuestras vidas.

¿Qué puertas se han abierto con las que no contaras a priori y cuáles se han cerrado por no ceñirte a los cánones de la música negra o a las expectativas que tenían de tu proyecto?

Otra de las cosas que especialmente nos hace sentir bien, es que estamos siendo fieles a nuestra imaginación sin pensar en si conseguimos público de un lado o lo perdemos del otro. A veces las etiquetas te esclavizan y te encasillan en un lugar determinado. Nos gustan muchos estilos de muchas épocas, y no podemos renunciar a eso.

¿Cuáles han sido las sorpresas más agradables que te has llevado en este sentido?

La mayor sorpresa es cuando recibes algún mensaje de alguna persona que te felicita por tu trabajo y parece haber entendido a la perfección lo que querías contar. No se dejan guiar por los “fuegos artificiales”, sino que sabe apreciar cada momento de nuestra música.

Habida cuenta de que tu proyecto se aleja de los lugares comunes que acusan buena parte de las bandas de música negra, y que en cierta medida les reduce el campo de visión, ¿tenías claro desde el principio que este proyecto debía trascender al público habitual de la música afroamericana?

No teníamos claro nada cuando comenzamos. Simplemente hacer canciones. Y los Betrayers tienen muchas más influencias que la música negra. Cuando comencé a escuchar propuestas de Sietepulgadas, entendí muchas cosas. Se arriesgaban y buscaban más allá. Por supuesto que saben hacer algo ortodoxo, y lo han hecho muchas veces y muy bien, pero les encanta traspasar fronteras, y a mí eso me hizo ampliar mis capacidades.

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¿Te preocupa que este público más militante deje de prestar atención a la banda?

Sinceramente, y a medida que me hago más mayor, no me preocupa que dejen de prestar atención los amantes de lo “puro”. Ya lo he hecho, y a lo mejor lo volveremos a hacer, pero el cómo me siento ahora, no lo cambio. Es como viajar a países nuevos. Emocionante y desconcertante en ocasiones. La honestidad con nosotros mismos, con nuestra música y con lo que sentimos en el momento, es lo más importante.

El título del primer álbum “Shadows Go Away” y “Vudu” tienen una coherencia en el sentido de que tratan de ahuyentar espíritus o dejar atrás malas vibraciones del pasado. ¿Empleas la música como terapia? ¿Son tus canciones una forma de canalizar en positivo las energías negativas que te rodean en el día a día?

Sí. Me siento muy afortunada de poder hablar de mis batallas personales a través de la música, y los Betrayers también lo hacen a través de sus composiciones. Para nosotros las composiciones y arreglos instrumentales también cuentan cosas, no sólo las letras.

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