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UNGASS, BABÍN Y OTROS CUENTOS PARA NO DORMIR…

UNGASS, BABÍN Y OTROS CUENTOS PARA NO DORMIR…

POr Drogoteca

Mientras en Nueva York la reunión de la UNGASS debate sobre el futuro de las políticas de drogas a nivel internacional, en nuestro país sigue habiendo ciertos movimientos políticos a favor de un debate sobre el cannabis, tal y como hemos podido leer ayer en la versión digital de El Periódico.


Ante lo primero, la reunión de la UNGASS, estoy desarrollando una coraza de escepticismo cada vez más fuerte. No puedo olvidar que los mismos que están reunidos estos días en las Naciones Unidas, los mandatarios mundiales que de repente están convencidos de que lo han hecho medio mal y que están dispuestos a arreglarlo, aunque sólo sea en parte, son los que han puesto en marcha y afianzado el orden establecido. Son ellos quienes han apoyado y financiado la infame Guerra contra las Drogas, cuya efectividad se cuestionan ahora, en un ejercicio de hipocresía considerable, una vez demostrada su nula efectividad.
Aunque no quiero mostrarme demasiado fatalista, y me gustaría ser del todo optimista pensando que es positivo rectificar y que todavía cabe la posibilidad de un cambio a mejor después de la UNGASS.

Ya veremos en qué acaba todo esto, aunque dudo mucho que las decisiones que allí se tomen tengan alguna consecuencia en nuestro país, al menos a corto o medio plazo.
Porque tal y como afirma el artículo firmado por Manuel Vilaseró en El Periódico que comentaba al principio de este texto, nuestro país “fue de los primeros países en apostar por la prevención frente a la represión en la lucha contra las drogas” y “ahora podría adelantarse a la ONU en abrir el debate sobre la legalización del cannabis”. Ya, claro.

Por eso las cosas están como están por aquí. Supongo que esa afirmación traducida al idioma de la realidad que vivimos muchos consumidores de cannabis es: “no os quejéis que podría ser peor, multas y talego son mejores que latigazos y pelotón de fusilamiento”.

Sigo leyendo el artículo. Y leo que Esquerra Republicana de Catalunya (partido que recientemente presentó en el Congreso una proposición no de ley para el debate del estado legal del cannabis en nuestro país) y otros partidos, se podrían sumar a ese debate en el ámbito estatal, sin mojarse tampoco demasiado. Muy bien, algunos podrían mojarse un poco más, pero es un inicio. Algo es algo, y como decía el título de aquel programa televisivo de los 90: “Hablando se entiende la gente”.

Pero sinceramente, no puedo quitarme las primeras líneas del artículo de la cabeza. Me gustaría saber a qué se refieren con “prevención”. ¿Se referirán al aumento del importe de las multas por simple posesión de cannabis en la vía pública? ¿Será a la persecución del autocultivo en lugares visibles al público como un balcón? ¿Al acoso y derribo al que las autoridades tienen sometidos a los clubes sociales cannábicos? ¿O se referirá a las campañas de publicidad de la FAD? Campañas que se traducen en la repetición hasta el hastío de contenidos multimedia carentes de trascendencia más allá de lo espectacular que puede resultar un gusano trepador que se te mete por la nariz, o una niña borracha vomitando a sus progenitores en la calle y de noche…

La propia FAD lo transmite así en su página web: “Más de 25 años, más de 50 campañas” (¡wow! una media de 2 campañas anuales… ¡vamos a tope!). Y siguen: “Más de 100.000 spots de televisión emitidos, casi 30.000 anuncios en prensa, 23.000 cuñas de televisión (supongo que se referirán a cuñas de radio) y más de 300.000 inserciones en publicidad exterior”. Y antes de que salga el cuñao de turno, que hoy iba a ser yo mismo, la web de la FAD ya contesta la pregunta tendenciosa: “Medios de comunicación, agencias de publicidad, centrales de medios, productoras… todos han colaborado gratuitamente con la mayor generosidad posible”. Bueno, vale, de acuerdo.

Intento controlarme y engañarme razonando conmigo mismo… que los de la FAD no son tan inútiles, que por lo menos tienen algunos programas de educación y concienciación que parecen un poco más eficaces, programas dirigidos a escuelas, profesores, dan conferencias y bla bla bla…

Sigo leyendo el artículo de El Periódico, y me ilusiono porque CiudadanosPodemos y… ¡joder, hasta el PSOE! parece que se van a poner las pilas para debatir coherentemente sobre el futuro del cannabis en nuestro país… y justo entonces, en ese preciso momento, sale a escena el señor Delegado del Gobierno del Plan Nacional sobre Drogas, el amigo Francisco de Asís Babín Vich y suelta un par de perlas que me devuelven al inframundo llameante, nihilista y antisocial del que debo de haber salido. Porque la bilis vuelve a subir y sólo leo sandeces una detrás de la otra…

El bueno de Babín, el adalid de la salud pública en España, no está de acuerdo, para nada, con la regulación del cannabis. La legalización ya ni mentarla. Y sus argumentos son de peso… sería un “error”. Porque “como profesional de la salud pública debo decir que hay muchas evidencias de los problemas que puede comportar, como se ha visto en los sitios donde se ha llevado a cabo”. Muchas evidencias, en muchos sitios. Pero no citemos más datos, ni las evidencias, ni los sitios. No vaya a ser que alguien quiera consultar las evidencias de esos sitios, y entonces “alguien” sí que quedaría en evidencia. ¿Verdad, señor Babín? Me recuerda usted al señor este que habla raro a través de televisores de plasma y que le dan tics en el ojo cuando también dice sandeces…

Resulta que en el mundo en el que yo vivo, las evidencias apuntan hacia otra dirección, diametralmente opuesta a la que usted señala, señor Babín. Las evidencias a las que me refiero son evidencias científicas, surgidas y llevadas a cabo gracias al “aperturismo” de ciertos estados norteamericanos que han facilitado la investigación científica seria en el campo de los cannabinoides (investigaciones que políticas como las que usted defiende impiden o dificultan hasta su anulación forzada por agotamiento), de sus efectos positivos y negativos, y sus posibles aplicaciones, ya no sólo terapéuticas, también en otros muchos aspectos. Las evidencias que yo contemplo se pueden consultar con una rápida visita a la página web del PNAS (una revista de divulgación científica de nada… lo que viene siendo la publicación oficial de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos), y teclear en el buscador la palabra “cannabis”. Le animo a hacerlo. Sin acritud.

También hablo de evidencias empíricas, como los resultados estadísticos en los estados norteamericanos donde se han llevado a cabo iniciativas de legalización total o parcial del cannabis. Que no son precisamente negativas. Sólo hay que consultar los datos que llevan recopilados en Colorado, por ejemplo, para darse cuenta de que no son precisamente “problemas”. A no ser que el descenso de las tasas de crimen y de arrestos, el descenso de los accidentes de tráfico, y el aumento de los ingresos impositivos supongan un problema.

Pero ahí no acaba esto, Babín, él solito se mete en camisas de once varas afirmando que a pesar de los recortes ocasionados por la crisis económica que nos machaca en España desde hace años, el PNSD no se ha visto afectado, incluso “han incrementado las ayudas a las oenegés”. Porque por lo visto la mayor parte de los recursos económicos del PNSD “provienen de las incautaciones a las mafias”. Y ese chorro de dinero no para nunca, ¿verdad?

Y finaliza con un apunte a modo de traca final… “El peligro del éxito es que la gente baje guardia y pierda el miedo. Contra eso empleamos toda nuestra energía”. Vale. Apaga y vámonos. Paren esto que me bajo.
Usted solito se ha retratado a la perfección. Continúen, usted y sus adláteres del PNSD, enfocando sus esfuerzos en mantener el “miedo” a las drogas. Porque todos sabemos que con miedo se aprende mejor. ¿Para qué necesitamos información veraz y constructiva, y educación objetiva para formar a nuestros jóvenes como adultos responsables, cuando el miedo nos puede mantener en el redil?

Queda claro que esa es la única posición defendible por alguien como usted, que si bien no depende totalmente de las incautaciones a los mafiosos y narcotraficantes para mantener con vida al organismo estatal del que dependen su trabajo y sus ingresos, sí que se le hincha el pecho al reconocer que financian a “oenegés” y revistas como la divertidísima InDependientes (manda huevos el nombrecito, que tienen lo mismo de independientes que de revista seria) con la pasta que les sobra. 
Acabar con las mafias mediante una regulación de cualquier sustancia, para usted, sería equivalente a ponerse el último en la cola del paro, voluntariamente. Por eso no le interesa ninguna otra opción que no sea la de seguir estampándose de cara contra un muro, librando una batalla prohibicionista contra la humanidad y su naturaleza misma, una batalla que perdió antes de empezar.

Su objetivo de un mundo, de una sociedad sin drogas es una utopía, o mejor dicho una distopía, conservadora, paternalista, católica y moralista, en la que salimos perdiendo todos los consumidores, problemáticos o no. Terapéuticos o no.

Los únicos beneficiados por la prohibición y las políticas que ustedes defienden son las mafias del narcotráfico, su mercado negro, iniciativas como el Plan Nacional Sobre Drogas y personajes como usted. Personajes que temen que una regulación/legalización suponga la desaparición de las mafias de la droga, de las multas, de los presos, de los muertos… porque en ese caso, si todo eso desaparece, su existencia ya no tendría sentido. No pretendan hacernos creer que con esas medidas, que se demuestran ineficaces con cada informe ESTUDES que ustedes mismos publican, nos están salvando de algo. Y menos todavía que nos están salvando de nosotros mismos. Nada más lejos de la realidad.

El único avance de la situación del cannabis en nuestro país, sería que los partidos políticos se tomen en serio el tema de una vez por todas y se dejen de faroles electoralistas y de estrategias dignas de cuatreros de votos, pero sobre todo, el mayor avance sería librarnos de personajes como usted.

Y que termine ya la dichosa UNGASS, que se me está haciendo larga y quiero salir a fumar… y no precisamente tabaco.

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