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Chicles de anfeta

Chicles de anfeta

Por Drogoteca

La cosa tiene su gracia.


Media vida viendo a los que iban ciegos de MDMA, o de anfetamina en cualquiera de sus variantes estimulantes, que no podían parar con la mandíbula quieta por el subidón, mascando chicle para “suavizar” el bruxismo generado por la ansiedad que produce, y ahora algún genio del marketing ha tenido la gran idea: “coño, vamos a ponerlos juntos y así podremos cobrar una nueva patente…”.

Exacto. De eso va este texto, de patentes y dinero. De población usada como objetivo contable, de políticas de salud y criterios médicos que se han prostituido para servir -sin esconderse demasiado al hacerlo- para servir al interés del que, al final, hace caja: la industria farmacéutica (que no es más que una de las muchas caras de la industria química).

Es importante hablar las cosas en orden, y lo primero es recordar por qué estamos aquí: por dinero.
Y que lo que en realidad importa bastante menos -no me atrevo a decir que no importa del todo- es lo que tenga que ver con la salud. Por supuesto, que nadie crea que la industria farmacéutica (entiéndase en este artículo como “los jerarcas de la BIG PHARMA internacional”) quiere personas enfermas, porque eso no es así.

Una persona enferma compra fármacos que -aquí en España- subvenciona el estado con impuestos de todos, pero una persona enferma es un cliente que “no es productivo”. Lo ideal, es conseguir una población de gente sana y feliz, y ser tú quien les des los productos necesarios. Ya, farmacia y enfermedad, hace tiempo que quedaron desvinculadas, y no pensamos que alguien esté enfermo cuando va a la farmacia a por condones o a por el anillo anticonceptivo. El modelo del cliente, sano y productivo, renta mucho más a la larga.

Y el otro gran target u objetivo, son los niños. ¿Por qué? ¿Y por qué no? 
Todos los padres de buen corazón a quienes el médico les recomiende una medicación para un hijo o hija, se quitarán de comer si hace falta para comprarla. Si el que se lo recomienda, es un médico convencido de que está haciendo lo correcto, todo irá mucho mejor (nuestros cerebros reconocen cuando alguien dice lo que cree o miente, aunque no nos demos cuenta conscientemente). Y si rematas con un dependiente de farmacia, que ha estudiado como un animal para tener ese trabajo, y él simplemente tiene como función la dispensación del fármaco y la información referente a su uso, que también es labor del médico, complementada con el farmacéutico como apoyo.

Los niños molan

Lo saben los de la BIG PHARMA, tanto como lo sabía Michael Jackson aunque sean lo mismo. En este caso, lo niños les molan por eso: sus padres SIEMPRE PAGAN el rescate. Así que, como empresas que son, cuando se les fueron acabando los beneficios de las patentes de los “realmente nuevos” fármacos que desarrollaban, buscaron otros nichos y dieron con el de los niños y el TDAH.

Hace 30 años, el número de niños en todo el planeta, diagnosticados de TDAH (o Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad) eran un chistecito. Yo, en toda mi vida (en entorno educativo), no creo que haya visto más de 5 casos de personas que sí necesitaban realmente una ayuda química, porque realmente tenían un problema que era INTOLERABLE y denigraba sus vidas a puntos insoportables.

Conviví -durante años- con uno de los primeros casos diagnosticados de España, en el aula y también fuera de ella. La diferencia en su caso, era como la de tener un gorila nervioso frente a ti (no era grande, era su actitud) a tener una persona amable, calmada, educada… y feliz porque no sufría.

Al resto, a los que no sufríamos de una forma desmedida y sintomática del problema que sí tenían quienes -realmente- sufren ese trastorno, nos llamaban otras cosas mas comunes: revoltosos, traviesos, superdotados, cabrones, insoportables, malditos-críos-de-mierda-quién-me-mandaría-hacerme-maestro…. etc, pero en ningún caso nos consideraban enfermos. Eso era por los años 80 en España.

Con el desembarco y abordaje de la TDAH, en USA se ha llegado a hablar de un 15% de la población que sufría ese trastorno. ¿Cómo es eso? ¿Cómo se pasa de que algo sea un trastorno (idiopático, propio e innato) muy poco frecuente, a que sea tan frecuente como es el porcentaje de personas con alguna clase de problema relacionado con ansiedad (de fobia social a insomnio)?

El porcentaje de personas que sufren un trastorno, severo y crónico, de tipo psicótico como la esquizofrenia -si no me equivoco, ya que cito de memoria- viene ser constante e igual a través de las distintas culturas, y está entre el 2 y el 3% de la población. ¿Cómo hemos pasado de que hubiera muchos menos casos de TDAH (en niños y en adultos, que fue la siguiente jugada) que de esquizofrenia y, en apenas 20 años, ahora sea el diagnóstico rey en las consultas pediátricas?

No existe una explicación cómoda y dentro del marco de la salud para este asunto, y la explicación es económica. Las enfermedades también se crean y fabrican. En este caso, se usó el TDAH para el target de los niños de la misma forma que se usa otro trastorno – que es, cuanto menos, muy dudoso para vender “la viagra rosa” o “Trastorno de deseo sexual hipoactivo premenopáusico” (flipa con el nombre e imagínalo en la boca de un médico) o, abreviando también, TDSHP para las amigas que se lo crean.

De hecho, aunque los padres no dudan en dar lo que el médico diga a sus hijos, algunos de ellos empezaron a preguntarse sobre el sentido de dar “anfetaminas” (el metilfenidato, compuesto principalmente usado en el TDAH, no es una anfetamina ni en su estructura química ni en su mecanismo de actuación, que es más parecido al de la cocaína) a niños en desarrollo, cuando la teoría siempre dice que como norma general, hasta que no se es adulto, no se deben usar drogas psicoactivas potentes, y el metilfenidato lo es. RubifenConcertaRitalin, son los nombres de esa droga que, actualmente, decenas de miles de padres dan -por orden médica- a sus hijos todos los días. Todos. Y existe un gran mercado negro de él, estimulado por la facilidad de acceso

¿Eso es peligroso para un adulto y no para un niño? ¿El uso continuado de un fármaco en edad de crecimiento, no pasa una factura que se tendrá que pagar? ¿Cuál es ese precio? ¿Qué estamos haciendo realmente al dar metilfenidato a los niños? ¿Qué hacemos? ¿Estoy haciendo bien o soy un mal padre? ¿Hago caso a la maestra y le digo al médico lo que me indicó para que drogue a mi hijo y ella se encuentre más cómoda en el aula? ¿Estamos locos o qué?

Esas preguntas, y otros cientos similares, son las que pasan por la cabeza de los padres que se informan antes de aceptar dar a su hijo -sin necesidad, porque sí hay casos necesarios- el metilfenidato. Lo de los maestros que les indican a los padres cosas, como que le pidan al médico esa medicación para el niño porque lo ha recomendado el maestro, es algo más frecuente de lo que se puede imaginar. Gente sin formación alguna para evaluar un trastorno semejante, sin tiempo para su trabajo, con un aula con demasiados niños, y que se da cuenta de que aquellos que toman “la droga de la infancia” están más tranquilos y atentos, dan menos guerra…… uy, esa droga es buena!! E inducen -a veces hasta el chantaje emocional y la amenaza- a que se les dé la droga a los niños, la necesiten o no. Esto no es broma, ni una exageración sino que pone los pelos de punta a cualquier padre que sepa leer y ver un vídeo.

Llevo años escuchando casos semejantes, que ponen los pelos de punta, pero el sistema está tan bien engrasado que -en pocos años- dar “cocaína” o anfetamina a los niños de forma crónica, se ha convertido en algo ya no normal, en algo necesario para la salud…. de los niños y de la BIG PHARMA.

elvanse

Desde hace unos años, también anfetamina, sí. Aunque la anfetamina desapareció de las farmacias hace unos 20 y pico años en España, ha vuelto. Escondida, sí, pero ha vuelto. Y ha vuelto, precisamente, para los niños…. para su TDAH. Ahora se llama “lisdexanfetamina” porque es una PRODROGA que se activa ya dentro del cuerpo, evitando que se pueda esnifar. Pero una vez dentro se separa en dos cosas: lisina y dextro-anfetamina. La lisina no hace nada, y la dextro-anfetamina, es el isómero más potente y agradable de la anfetamina original. Y ya está aquí, sí.

Pero ni metilfenidato ni anfetamina son fármacos nuevos, ambos son fármacos fuera de patente ya hace tiempo, así que serían poco rentables a la industria: no cobran derechos extra. Y los de marketing y sus ideas, argumentaron que si la droga no es patentable, el método de administración sí. De esa forma, consiguieron que drogas como el metilfenidato o la anfetamina (pero también como los analgésicos, opioides, etc) fueran de nuevo muy rentables. Unos porque su producto lo liberaba durante 12 horas, otros porque el suyo se activa dentro, otros porque es con un trozo de parche que se pone en la piel, etc…

No sólo el “qué” (la sustancia) es patentable, sino el “cómo. Y es ese “cómo” el que le está dando el dinero a la BIG PHARMA en todo el mundo -occidental en su mayor parte- con sustancia que ya no eran muy rentables para ellos. El que el margen de beneficios aumente escandalosamente, las hace de nuevo rentables para ellos, a lo que como empresa reaccionan estimulando sus ventas.

¿Cómo? Más publicidad, más charlas y “congresos pagados o viajes” para médicos relevantes, más presión política y, también, presión en el ámbito científico, para hacer comulgar a base de dinero a todo el mundo “con ruedas de molino”. Y así, cambiando unas cosas en un libro llamado DSM y que usan -en exceso- los trabajadores en “salud mental” y otros criterios en otras áreas, modificando protocolos para que tu producto llegue más lejos, convenciendo a quien haga falta para que sanidad apruebe algunas indicaciones nuevas para tu droga (nuevos motivos para recetarlo a la gente), o lo que es igual, haciendo de “PHARMA-lobby” y consiguiendo el control de quien sea necesario, porque el dinero con muchos ceros todo lo puede.

Y así es como llegamos al titulo y final de esta historia.

En un último giro de tuerca, por encontrar nuevas formas de obligar a la población a usar sus productos aunque sea drogando a los menores de edad, han llegado al “chicle* con anfeta para niños”. No es coña, se llama Adzenys y viene en muchas dosis distintas y, seguramente, también en colores distintos. Especialmente diseñado para niños…. desde 6 años de edad.

Y su compuesto es anfetamina pura. Exactamente la misma por la que si te cogen con 1 pastilla, te multan y la misma que si has tomado, das positivo en los controles de drogas actuales que se encuentra en carretera. La misma que esos locos fiesteros se comían en los 80 mientras bebían ríos de cerveza, sin emborracharse apenas, y la misma que después esnifaban en los 90 mientras descubrían la empatía con el MDMA en la pista de baile. Es la misma droga, que no te mientan.

Anfetamina, sí.
Pero en chicle (patentada) y para niños desde los 6 años de edad, para que estudien bien y no den guerra en casa o a la maestra. El presidente de “Neo Therapeutics” que en este caso es la farmacéutica que lo lanza, ha dicho que “estamos lanzándola (la anfeta en chicle) a toda leche, porque va a empezar la temporada de escuela”.

Se les puede acusar de ser avariciosos, lo cual parece que en la BIG PHARMA es una norma o virtud, pero nadie puede decir que no habla claro: para vender mis chicles con anfeta, necesito que se me llene el local y que pueda hacer nuevos clientes, y eso es lo que es la escuela, una fuente de ingresos. Igual que un camello con una bolsa de pastillas de éxtasis esperando a que la discoteca se llene para hacer la noche. Pero legales, y con ayuda de todo el sistema.

Recordad, lo hacen por el bien los niños.

(*): Quien dice chicle, dice gominolas, grageas masticables, chucherías para los niños…

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