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Cine quinqui: droga, delincuencia y navajas

Cine quinqui: droga, delincuencia y navajas

España años 70. Franco ha muerto, el país se mete de sopetón en la transición y las calles se ponen al rojo vivo. Los delincuentes, las drogas y el destape lo arrasan todo y llegan al cine. Sí, bienvenidos al cine quinqui.


El cine quinqui se convirtió en todo un fenómeno social en la España convulsa de finales de los años 70 y principios de los 80. Se rodaron docenas de películas repletas de delincuentes adolescentes, porros, heroína y cocaína, lumpen de barrios marginales y canciones de Los Chichos y Los Chunguitos. Títulos tan populares como «El pico««Yo, El Vaquilla««Perros callejeros««Navajeros««Colegas« y tantos otros. Ahora, un film titulado «Criando ratas» recupera aquél espíritu marginal y arrasa en youtube.

Forajidos de barrio

Todos estos films estaban protagonizados por auténticos outsiders callejeros de los suburbios de Madrid y Barcelona y llenaron las portadas de los periódicos de la época con sus fechorías, atracos y persecuciones policiales. «El Vaquilla»,  «El Torete» y «El Pirri» fueron los más populares. Eran chavales inadaptados que pasaban más tiempo en los cuartelillos y en las penitenciarías que en su propia casa, y cuyos nombres reales eran tan vulgares como Juan José Moreno CuencaÁngel Fernández Franco José Luis Fernández Eguia. No eran actores profesionales, eran quinceañeros criados en los suburbios y habituados a la violencia. Vivieron deprisa, murieron jóvenes y se convirtieron en leyendas del bandolerismo callejero del post-franquismo. Pura carne de reformatorios y penales. 

Canutos, pelucos y tirones de bolsos
 

El periodista y crítico cinematográfico Jesús Palacios, autor de libros imprescindibles como «Goremanía»«Los ricos también matan»  «Hollywood maldito», defiende el género quinqui como fenómeno popular: «Es el último intento español por hacer un cine comercial autóctono, que aunara entretenimiento y género con denuncia social y mensaje, con todo lo que ello conlleva, de hipocresía y exploitation, pero también de genuino interés, de construcción de una mitología pop y de un eficaz aparato artístico e industrial.» 

Entretenimiento, falta de prejuicios y, sobre todo, su capacidad para transmitir el realismo de una España cambiante y suburbana, donde las clases marginales convivían a diario con las drogas, el sexo y el inconformismo. Las películas del cine quinqui exudan credibilidad. Todo parece verdad: las escenas de sexo, los chutes de heroína, los problemas familiares, los malos rollos en la cárcel, las pandillas callejeras, los camellos de barrio, los atracos a punta de navaja, las persecuciones de coches con la policía en los talones… Palacios lo tiene claro: «Yo crecí en un barrio de Carabanchel donde me tocó convivir, y sufrir, con los quinquis. Para mí, el morbo de este cine es innegable. Sobre todo por su capacidad para interactuar con la realidad y sus elementos perturbadores, tanto del orden y la moral, que se reflejaban a través del género de forma degenerada y a veces inconsciente.»

Picoletos, chutonas y greñas de barrio

Todo comenzó en 1977 con «Perros callejeros», dirigida por José Antonio de la Loma, considerado el padre del género quinqui. La película se estrenó en Nochebuena y fue un éxito insospechado, llevando a dos millones de espectadores a los cines y convirtiéndose en la segunda película más vista del año. Contaba los atracos y fechorías de una pandilla de quinceañeros liderados por «El Torete» que roba coches, asalta parejas a punta de navaja, comete asaltos y lleva de cabeza a la policía. 

«El Torete», en realidad el adolescente Ángel Fernández Franco, era un delincuente de barrio que daba vida a las correrías de «El Vaquilla», que no pudo interpretar la película porque estaba en la cárcel.

El Torete, el Vaquilla y el Seat 124

Con «Perros callejeros» el cine quinqui entró como un elefante en una cacharrería y originó todo un fenómeno cinematográfico. José Antonio de la Loma se embarcó a rodar una trilogía y otros directores como Eloy de la Iglesia se apuntaron al filón dirigiendo un buen puñado de películas.

«El cine quinqui es un género totalmente autóctono y español«, asegura el crítico Jordi Costa«Combina el cine de acción con la denuncia social. Refleja una problemática que había en la época: el incremento de la delincuencia juvenil en un clima general de inseguridad ciudadana.»

Por su parte, Gerard Fernández Ordel, especialista en cine de subgéneros y serie B, indaga en los antecedentes quinquis: «Sus precursores son títulos italianos de los primeros años 70, como «La policía agradece», de Stefano Vanzina, adscritos al «poliziesco», el policíaco a la italiana de serie B setentera. Películas protagonizadas por comisarios de hierro y con un marcado trasfondo socio-político.« Precisamente, José Antonio de la Loma quiso imitar la esencia de aquellas películas en una trilogía cargada de narcotraficantes, guardias civiles, extrarradio, erotismo, drogas y personajes marginales: «Barcelona kill» (1972), «El último viaje» (1974) y «Metralleta Stein» (1975).

Gerard está convencido: «Dos años después de aquella trilogía se estrenaba «Perros callejeros», otorgando el protagonismo a los delincuentes, manteniendo el trasfondo social y de denuncia, y sacando de las páginas de sucesos a los protagonistas reales. El resto es historia: «El Torete», «El Vaquilla», los descampados, obras maestra absolutas como «Deprisa, deprisa» (1981) y sucedáneos imposibles como «Más allá del terror», donde se mezclaban quinquis y zombis.»

Litronas en el parque

La explosión quinqui tiene una honda expansiva que arrasa los cines de barrio de programa doble durante casi diez años. Una década donde se realizan docenas de títulos firmados por José Antonio de la Loma y Eloy de la Iglesia, pero también por otros directores como León KlimovskyIgnacio F. IquinoCarlos Saura Montxo Armendáriz

La filmografía es interminable y asegura buenos ratos de diversión y cine popular sin prejuicios, repleto de costumbrismo marginal, atracos, drogas, suburbios, inadaptación y delincuencia juvenil. Títulos como «Juventud drogada» (1977), «Los violadores del amanecer» (1978), «Perros callejeros 2» (1979), «Los últimos golpes de El Torete» (1980), «Navajeros» (1980), «Chocolate» (1980), «Deprisa, deprisa» (1981), «Colegas» (1982), «El pico» (1983), «El pico 2» (1984), «Yo, El Vaquilla» (1985), «Perras callejeras» (1985), «27 horas» (1986), «La estanquera de Vallecas» (1987) y cientos más.

El género murió de sobredosis… hasta que la reciente «Criando ratas» (2016) lo ha resucitado de las alcantarillas. La película dirigida por Carlos Salado ha tenido un presupuesto modestísimo y recupera con tino ese submundo marginal y ochentero de drogas y navajas. Está disponible en Youtube y ya lleva más de un millón de visitas. ¡El cine quinqui ha vuelto!

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