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Contaminado o adulterado, un estudio del hachís de la calle

Contaminado o adulterado, un estudio del hachís de la calle

Benito Díaz

El año pasado, Manuel Pérez presentó su tesis doctoral titulada “Adulteración, contaminación y concentración de principios psicoactivos de la resina de cannabis consumida en la Comunidad de Madrid”. Bajo este nombre, Manuel redactó un minucioso estudio sobre el hachís, consiguiendo muestras, realizando análisis de laboratorio y extrayendo una serie de conclusiones que podrían inquietar a cualquier consumidor de cannabis.


Manuel Pérez es licenciado farmacéutico, profesor universitario y, ahora, doctorado en farmacología por la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense. “Elegí este tema porque siempre me han interesado las drogas de abuso. A diario tenemos alrededor de cuatro millones de personas que consumen Cannabis. Me llamaba la atención que se sabía mucho de la sustancia, pero había poca literatura científica al respecto. Lo que sabemos del Hachís son sus principios activos y poco más; como te digo, poca literatura y muchos mitos”.

Exploración

Pérez pensó en recurrir a la policía para conseguir las muestras que necesitaba, pero pronto desechó la idea. “Me importaba saber lo que hay en la calle. Lo que la policía incauta, rara vez proviene de ese ámbito, puede haber sido requisado en cualquier parte, quizá en una gran incautación que no representa el producto que se compra habitualmente al menudeo, lo que cualquiera puede conseguir”, explicó el científico.

El estudio se centró al principio en Madrid capital y más tarde, en la Comunidad Autónoma. “Nunca tuve ningún problema con la policía, aunque sí he vivido momentos tensos tratando de conseguir las muestras en el mercado negro”, confiesa Pérez. “Me han engañado varias veces. En ocasiones, he comprado lo que me ofrecían porque pensaba que, si no, no saldría de allí. No fueron solo diez muestras, fueron muchas más”.

Todas las muestras corrieron a cargo del investigador, pero también el transporte y los materiales fungibles (placas de cultivo, etc) de laboratorio. “No podía pedir dinero a la Universidad. Habría sido un tanto embarazoso acudir al director y decirle que quería unos miles de euros para comprar Hachís. No me los habrían dado”.

El criterio expuesto para la aptitud del material para el consumo humano, no se basaron en la concentración de principios activos, sino más bien en su análisis a nivel microbiológico. “Las pruebas revelan la presencia de hongos toxigénicos como el Aspergilus, bacterias como el E.Coli, proveniente de contaminación con aguas fecales, por ejemplo. Estos factores no pueden superar unos porcentajes determinados, esto es lo que califica su aptitud para el consumo humano, así como la presencia de otros contaminantes y elementos extraños, como potenciales sustancias tóxicas, arena, plásticos… por ejemplo, encontramos muestras adulteradas con resina de pino, lo que da un olor muy característico y produce un denso humo negro al quemarlo”, relata Pérez.

El comprador tiene el problema de que la sustancia es ilegal y no existe ningún tipo de control sanitario. Cuando vas a comprar, no se puede probar, ni analizar. Por tanto, es una estafa, un fraude. No nos dicen de qué está compuesto, de dónde proviene, ni que puede estar adulterado. No compramos lo que queremos, si no lo que nos dan”.

La tesis

Los resultados de la investigación confirman que se consigue un hachís de mejor calidad en el este y sur de la comunidad. Según los mismos, la contaminación por E.Coli junto con la mayoría de los contaminantes se produciría por un mal almacenamiento en origen y su posterior transporte hasta destino, aparte de las posibles adulteraciones con objeto de duplicar el producto. El científico, que visitó zonas de producción en Marruecos, describe la experiencia como peligrosa. “No es un destino turístico, allí te miran de arriba abajo y te preguntan cuánto vas a comprar. Por supuesto, no tiene nada que ver el producto en origen, de tacto untuoso, aromático, de altísima calidad, con el que luego llega a nuestras calles”, afirma Pérez.

Ante la duda, el experto explica que es más seguro consumir cannabis en flores que hachís. En el caso de tener que elegir hachís, Manuel afirma que la concentración de principios activos es mayor en las llamadas “bellotas” que en las posturas tipo “lingote”. El procedimiento sería conseguir una “bellota” y quitarle una capa con una cuchilla, tal como si pelara una naranja, para consumir la parte central, libre de posibles contaminantes.

Otro punto polémico de su estudio es la explicación del consumo de hachís, en el cual afirma que este se puede tomar por vía rectal, algo que ha sorprendido a muchos consumidores habituales. “El recto posee una membrana mucosa que permite el paso y absorción de los principios activos del cannabis. No tiene que disolverse, tan solo liberar las moléculas en el sistema”, responde Pérez.

Problema de salud pública

Estamos teniendo suerte porque de momento no ha habido una intoxicación generalizada por consumir Hachís contaminado. Me gustaría que las autoridades sanitarias prestasen más atención, pues se trata de un problema que afecta a la Salud Pública”. La tesis de Manuel Pérez está a disposición pública y ha sido proporcionada a los responsables de Salud del Ayuntamiento. Peréz afirma haber ofrecido su colaboración a estas instancias y no haber recibido ninguna respuesta. “Quizá este tema tenga poca relevancia política”, lamenta.

El consumo de Hachís contaminado o adulterado puede producir multitud de síntomas, sobre todo si el consumo es continuado. “Desde trastornos leves a cosas más serias. Desde gastroenteritis hasta infecciones por hongos severas que pueden tener consecuencias más funestas”.

Pérez se muestra a favor de un uso terapéutico del Cannabis e insiste en que es necesaria más investigación en la planta. “La legalización, comprendida como un sistema de libre mercado, no me gusta. Estoy más a favor de una regulación completa que un sistema de liberalización total”, asegura. “La regulación debe permitir una investigación a fondo, es una planta con muchas posibilidades terapéuticas, útiles para muchos pacientes en circunstancias determinadas […] La cuestión es que la persona viva y sea feliz. ¿Qué administración va a decirme que no puedo fumarme un porro si estoy sufriendo los efectos secundarios de una quimioterapia? No obstante, hay que dejar claro el aspecto de protección a menores. El consumo de más de un 15% de THC en una dosis no es seguro para un adulto, menos aún para un adolescente, cuyo cerebro está en formación”.

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