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Callosa de Segura, de la tradición a la innovación

Callosa de Segura, de la tradición a la innovación

Tras haber renacido de sus cenizas, el municipio de la Vega Baja del Segura se reinventa y busca el potencial terapéutico del cáñamo para rentabilizarlo


La aparición de las fibras sintéticas en los años 60 junto con la aplicación paralela de una confusa política de prohibición del cultivo de cáñamo en España, supusieron un bache para los habitantes del municipio alicantino de Callosa de Segura, conocido hasta entonces como “la capital del cáñamo”.

Pero el instinto de supervivencia manda y Callosa ha sabido resurgir de sus cenizas y adaptarse de forma inteligente a los tiempos con nuevas fábricas, herederas de aquella actividad artesano-industrial, volviendo a ocupar el primer puesto en la producción nacional de hilos, cabos, cuerdas y redes de fibra sintética, con modernas fábricas, más maquinaria y tecnología y menos mano de obra que en la época dorada del cáñamo.

Hace dos años, un grupo de agricultores de la población vecina de Almoradí asociados en la entidad ‘Cáñamo y Fibras Naturales‘ (Cafina S.L.) en colaboración con la Universidad Miguel Hernández (UMH), ha optado por dar a este cultivo otra vuelta de tuerca: se han dedicado a explotar la hoja de la planta con el fin de obtener mayor rentabilidad de la misma.

La hoja del cáñamo contiene cannabidiol, una sustancia requerida por la industria farmacéutica y por las parafamarcias por sus beneficios relajantes para el aparato digestivo. Las propiedades de este cannabinoide frenan los vómitos y las náuseas, y se prescriben para personas que reciben quimioterapia o padecen esclerosis múltiple.

En la actualidad, la Unión Europea (UE) permite la producción de cáñamo industrial y hortícola cuando el contenido en tetrahidrocannabinol (THC), su principal elemento psicoactivo, se encuentra por debajo del 0,2% (tradicionalmente el límite estaba fijado en 0,3% pero fue modificado en 2002). Habitualmente las variedades silvestres de cannabis sativa contienen entre 0,5 y 5% de THC, aunque las variedades más recientes desarrolladas por los bancos de semillas pueden llegar a superar, supuestamente, hasta el 20% de concentración de esta sustancia.

En este sentido, el Real Decreto 1729/1999 del 12 de noviembre de 1999 autoriza 25 especies de cáñamo industrial para el cultivo en España, cuyas semillas deben estar certificadas por la UE para que su cultivo sea legal.

Aplicaciones farmacológicas: la oportunidad de una demanda incipiente

Gracias al trabajo realizado en el los laboratorios de la Universidad Miguel Hernández -que lleva años estudiando junto a otras asociaciones como ASAJA (Asociación de Jóvenes Agricultores de Alicante) las nuevas salidas que podía tener esta planta- se puede saber la cantidad de THC (tetrahidrocannabinol) y CBD (cannabidiol) que contiene el cáñamo para su uso industrial.

El CBD es una sustancia con gran potencial terapéutico, aunque posteriormente también buscarán otras alternativas como la fibra o la semilla (el cáñamo produce semillas con unas cualidades nutritivas excelentes, sus hojas que pueden servir de alimento al ganado y su fibra permite la elaboración de tejidos, cuerdas, e incluso material de construcción). No obstante, la demanda para la industria farmacéutica en España no es todavía lo suficientemente amplia como para crear grandes extensiones de cáñamo.

Una industria por desarrollar, de nuevo

En España el cáñamo aún no se puede cultivar masivamente por diversos motivos, con lo que merman las opciones de los jóvenes agricultores que quieren rescatarlo. Respecto a la maquinaria necesaria a lo largo del proceso, en España se llevan muchos años modificando máquinas de otras industrias, como del yute o del sisal, aunque recientemente se han fabricado máquinas desfibradoras o descortezadoras específicas, que lamentablemente no se utilizan por dos motivos fundamentales: la excesiva parcelación de los cultivos de cáñamo hace inviable el uso de una maquinaria tan pesada y voluminosa, y no existe una industria correcta de trasformación de fibras a celulosa de papel, secaderos de semillas, etc.

Otro de los problemas que impiden el auge de la producción del cáñamo en España, es el desconocimiento sobre la planta: para la Guardia Civil un paquete de hojas de cáñamo industrial tiene el mismo aspecto y olor que otras variedades, como la marihuana, lo que provoca que se active un protocolo de incautación de forma que el producto puede permanecer decomisado durante semanas o meses.

Por el contrario, potencias europeas como Francia, Alemania o Austria sí que explotan el cultivo de cáñamo, donde se multiplican las hectáreas dedicadas al cultivo. En estos países las regulaciones implementadas son bastante simples: cultivos contratados, un sistema de mapas aéreos de los cultivos (ASCS), control gubernamental sobre la semilla cultivada (siempre con niveles de THC muy bajos), controles antes y después de cosechar los campos y análisis ‘in situ’ de los niveles de THC de las plantas.

El potencial ecológico de este cultivo va a abrir nuevas perspectivas en el mercado europeo: es el que más anhídrido carbónico elimina del aire (CO2), es excelente para la eliminación de malas hierbas con el consiguiente ahorro en pesticidas (de hecho es notorio su interés como cultivo de rotación) y no trae consigo los problemas que acarrean las redes de pesca elaboradas con plástico, que causan problemas terribles en los fondos marinos. Por eso, la Unión Europea (UE) plantea cambiar la normativa en el año 2020 para que dichas redes incorporen un porcentaje determinado de fibra natural y sean biodegradables.

Un pasado glorioso que busca su reconocimiento como BIC

El municipio alicantino de Callosa de Segura fue centro de una potente industria de hilos, cuerdas y redes que procede de la Edad Media y que convirtió a esta localidad en un referente de los trabajos y de la industria del cáñamo durante el siglo XX. A lo largo de los siglos XVIII y XIX, el aceite y el cáñamo, utilizado en la fabricación de alpargatas, cabos y redes, eran el motor de la economía local. Como curiosidad y para hacerse una idea de la importancia histórica del cáñamo, es interesante recordar que las velas de la Pinta, la Niña y la Santamaría de Cristóbal Colón se fabricaron con cáñamo al igual que la primera bandera de los Estados Unidos de América, el papel sobre el que se imprimió su declaración de independencia o los primeros pantalones vaqueros Levi´s, ya en el siglo XIX.

Son innumerables las generaciones de callosinos que dedicaron su vida a trabajar el cáñamo con técnicas que permanecieron casi invariables desde la Edad Media. Entonces, una familia entera de Callosa se podía dedicar a esta industria, incluidas mujeres y los niños hasta que la aparición de las fibras sintéticas, en los años 60 del siglo XX, les obligó a emigrar a Francia y, en menor medida, a Alemania y Suiza en busca de mejores expectativas laborales. Cada vez son menos los que pueden transmitir a las nuevas generaciones esta tradición, de indudable valor etnográfico. La muerte de los últimos espadadores, rastrilladores o hiladores traía consigo el riesgo de la desaparición de este patrimonio callosino intangible.

Este legado etnográfico es imborrable para los habitantes de Callosa, que muestran orgullosos su pasado en su emblemático Museo del Cáñamo y también a través de la Asociación de Trabajos del Cáñamo, para fomentar lo que fue un medio de vida y ahora es tradición en distintos puntos de la comarca. De hecho, actualmente el municipio está a la espera de la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) inmaterial a los trabajos del cáñamo y tramita también su catalogación como Patrimonio de la Humanidad.

A día de hoy, las zonas más conocidas de España en este cultivo son, además de la Comunidad Valenciana, las provincias de Barcelona y Lleida. La variedad más apreciada es la de Alicante, por sus fibras blancas, suaves, flexibles y resistentes, aptas para fabricación de entramados finos.

Fotografía: Cafina – Cáñamo y Fibras naturales S.L.

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