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SEFH: “Hay más muertes a causa de los efectos secundarios de los fármacos que por accidentes de tráfico”

SEFH: “Hay más muertes a causa de los efectos secundarios de los fármacos que por accidentes de tráfico”

Conversamos con profesionales sobre el presente y el futuro de un uso inadecuado de los medicamentos en España.


Causas, consecuencias y soluciones

Los farmacéuticos advierten que el 50% de enfermos crónicos no cumple con el tratamiento prescrito debido a la duración del mismo, los efectos adversos, la ausencia de síntomas o el hecho de que la enfermedad no se llegue a curar. Estos factores están detrás de muchas muertes ya que según la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) los efectos adversos de los medicamentos son la quinta causa de mortalidad en España: «fallecen hasta siete veces más personas a causa de los efectos secundarios asociados a la medicación que por accidentes de tráfico«, según ha denunciado el doctor José Luis Poveda durante la inauguración del 60 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria celebrado recientemente en Valencia.

Unos 600.000 pacientes al año pasan por la consulta del farmacéutico de hospital, una cifra que en un centro de más de 100 camas, equivale a más de 280 pacientes al día. Son pacientes tratados con fármacos que no encuentran en una oficina de farmacia, pacientes con VIH, esclerosis múltiple, hepatitis o trasplantes. El 97 % de las farmacias de hospital cuentan con sistemas activos de detección y notificación de errores de medicación y el 87 % de estos servicios hace fórmulas magistrales personalizadas.

Para contrastar esta información en la propia consulta de un médico de familia, nos hemos puesto en contacto con el Dr. Fernando Caudevilla, colaborador de esta web y experto en drogas, al que hemos preguntado si en el día a día ha tenido especial problema por un uso incorrecto de los medicamentos, por desconocimiento o incluso por adicción a algún grupo de fármacos, como las benzodiacepinas o los analgésicos. Según nos cuenta Caudevilla, no se trata de un segmento llamativo de población y es algo que, aunque está presente, no constituye un porcentaje alto de los pacientes que trata en consulta médica.

En conversación con un profesional cualificado proveniente del sector farmacéutico, descubrimos que su experiencia ilustra la posición del Dr. Caudevilla, ya que considera que “es muy rara la ocasión en que alguno manifiesta que sus pacientes hacen mal uso o abuso de los medicamentos, bien porque a los pacientes no se les pregunta frecuentemente, bien porque el médico generalmente entiende que el paciente atiende a sus recomendaciones y hace buen uso de la información proporcionada, pero eso no es en todos los casos”.

Tal como apunta la misma fuente, “la información a pacientes sobre cierto tipo de medicamentos ´peligrosos´ para su salud podría ser mayor pero las nuevas tecnologías, así como la nueva figura del ´paciente activo´ que se está promocionando desde todos los ámbitos sanitarios, pueden ser uno de los mayores logros para evitar los malos usos y abusos de los fármacos”.

Un punto en el que también coincide con el Dr. Caudevilla, quien reconoce que la falta de información por parte de algunos pacientes puede acarrear serios problemas, aunque es cauto a la hora de establecer una relación directa entre mal uso de fármacos y muertes.

Asimismo, Caudevilla resalta que un grupo más vulnerable a sufrir confusiones en este campo es el de las personas mayores, que en muchas ocasiones “se lía” cuando se le modifica la pauta de un tratamiento o al prescribírsele medicamentos genéricos.

El perfil crónico habitual: pacientes mayores

Precisamente son las personas mayores con enfermedades crónicas las que suponen la principal demanda sanitaria, motivan el 80% de las consultas en atención primaria y el 60% de los ingresos hospitalarios. Una de las causas de una mayor vulnerabilidad por parte de este tipo de pacientes es la polimedicación, considerada un factor de riesgo porque implica mayor probabilidad padecer los efectos adversos de los medicamentos.

Los pacientes de edad avanzada y múltiples patologías, son el perfil de enfermo crónico que suele atender el farmacéutico de hospital. Según los resultados del estudio Atención farmacéutica al paciente pluripatológico del Grupo Cronos, un 95,6% de estos pacientes presenta algún tipo de problema relacionado con la medicación.

Esta investigación, realizada sobre 229 pacientes, constató que el 71,2% presentaba algún tipo de prescripción farmacológica inadecuada. En concreto, se realizaron 622 recomendaciones para cambiar o modificar la medicación, de las cuales se aceptaron 429 (69,6%).

El Top Ten español: ¿uso o abuso?

Mientras este segmento de la población presenta elevada vulnerabilidad, existe también un grupo de riesgo entre los consumidores habituales de ciertos medicamentos muy normalizados. En el listado de los 10 medicamentos más vendidos en España únicamente dos no están en el grupo de analgésicos y benzodiacepinas. Obviamente, el uso de estos tipos de fármacos es el que va a afectar a la mayor parte de la población, ya que son de uso masivo. Y es que de forma mayoritaria, cuando conocemos un medicamento que llevamos tiempo tomando tendemos a bajar la guardia y esto no nos beneficia: todos los medicamentos son potencialmente peligrosos por lo que no deben tomarse a la ligera.

lista med

Este listado no hace sino ejemplarizar la arraigada cultura que tenemos en España con la automedicación por diferentes motivos: la demora en poder acceder a la consulta, los bajos precios de los medicamentos sin prescripción (incluso algunos de prescripción) o el conocimiento que presuponemos del fármaco que vamos a tomar.

Según los datos consultados, los analgésicos AINE (antinflamatorios no esteroideos) están a la cabeza en el uso de fármacos en España. Por porcentaje de uso, muy probablemente sean estos los de peor uso, pero no parecen ser los más peligrosos. En cambio, los usos inadecuados de antibióticos generan un problema al conjunto de la población, ya que con el tiempo se van generando resistencias y esos fármacos dejan de ser efectivos. Los usos inapropiados de los medicamentos usados para tratar el insomnio, depresiones, ansiedad y estrés, son los que mal usados pueden generar mayor número de problemas serios para sus usuarios.

Pero ¿es posible establecer una relación directa entre el consumo de estos y otros fármacos menos comunes y el número de muertes reseñadas?

Sobre esta cuestión la opinión del profesional farmacéutico entrevistado difiere del punto de vista del médico de familia: “entiendo que las reacciones adversas a medicamentos están bien documentadas y en las fichas técnicas de todos los fármacos aparecen: la relación es directa, pero otra cosa es la causa”. Según argumenta: “no es lo mismo una reacción adversa a un medicamento usado en las dosis que se han estudiado y que son bien conocidas, que las procedentes de un mal uso/abuso de los mismos, ambas con consecuencias que podrían resultar fatales pero con causas bien distintas”.

La clave es la prevención

Según los profesionales del ámbito farmacéutico “la mayoría de las personas que usa medicamentos no conoce, en muchas ocasiones, ni el nombre de su medicamento ni mucho menos los efectos adversos: la costumbre hace que se le pierda el respeto a lo que se está tomando y es un problema que aumenta su peligrosidad cuando son personas polimedicadas”.

Precisamente este tipo de pacientes polimedicados, que conviven con varias enfermedades y mayoritariamente de edad avanzada, ha forzado a la farmacia hospitalaria a “reorientarse” necesariamente para responder a las necesidades de un número elevado de este perfil de pacientes. Una de las reivindicaciones históricas de los farmacéuticos es la historia centralizada, que permitirá que todos los profesionales sanitarios conozcan las características de un paciente antes de tratarlo.

Junto con esta información previa, también destaca la importancia de contar con mayor tiempo con profesionales, que les expliquen qué van a tomar y los riesgos que conlleva, así como una mayor implicación por su salud de los propios pacientes: es necesario compartir la responsabilidad del tratamiento. Según este grupo profesional, toda dispensación tendría que supervisarse por más de un profesional sanitario: médico y farmacéutico deben estar presentes en cualquier acto que conlleve la prescripción, dosificación y dispensación de medicamentos. Las nuevas tecnologías pueden ayudar mucho en este ámbito, tanto en conseguir la adherencia adecuada al tratamiento como en la prevención de sobredosificaciones o la comunicación de reacciones adversas.

Otras perspectivas, ¿otros fármacos?

Dado el riesgo que suponen los medicamentos farmacológicos mal utilizados, nos vemos casi obligados a preguntarnos por qué, mientras tanto, hay otras drogas con usos farmacológicos como el cannabis y en cambio rara vez se hable de ello. En este sentido, Caudevilla señala que no son conceptos relacionables y en eso también inciden fuentes del sector farmacéutico: “es obvio que hay fármacos más peligrosos que otros por diversos motivos, pero no me parece adecuado compararlos con drogas de abuso cuando los fármacos son sustancias sujetas a la legislación más estricta que hay sobre cualquier producto de consumo (lógicamente), y se hacen estudios con el mayor rigor científico”. Para que un medicamento continúe en la calle, debe presentar un balance positivo beneficio/riesgo, lo que no implica que el riesgo no exista, pero les obliga a revisarse constantemente y contrastarse con estudios científicos serios.

Caudevilla matiza que, respecto a la cuestión del cannabis, la controversia está clara: “la polémica surge al unir el uso terapéutico con el recreativo, que es el que más suspicacias despierta y para evitarlas debemos mejorar la información sobre el uso medicinal de la planta y estudiar la regulación del cannabis”.

Mientras, desde la industria entienden que “se habla bien poco de ambas realidades: de las drogas de abuso no se suelen leer muchas noticias, pero por ejemplo de cannabis ya se han puesto en marcha iniciativas para su uso en terapias oncológicas”. Las mismas fuentes consideran que no se da publicidad al cannabis por un tema de imagen, lo que tilda como un error ya que “deberíamos estar informados de la realidad sea cual sea, es decir tanto de los avances producidos con las sustancias demonizadas como de la relación entre fármacos legales y las muertes por medicamentos”. También nos respondieron a la siguiente pregunta: ¿Por qué en cambio otro tipo de terapias, como los usos terapéuticos del cannabis se ponen todavía en duda?

Es un ámbito que debe estudiarse sin prejuicios sociales: es necesario determinar si las sustancias que tenemos a nuestro alcance son potencialmente beneficiosas y, si es así, debería ser indiferente el nombre que tenga la sustancia de procedencia”.

Como conclusión a esta problemática, y aunque se menciona por parte de los participantes en el debate, es importante señalar que siempre se está reflexionando en torno a un mal uso de los fármacos, bien por excesiva confianza, por desinformación, por aparición de efectos adversos, por incumplimiento de las dosificaciones prescritas o por administración de una medicación inadecuada para el paciente. 
Los medicamentos farmacológicos bien empleados, con un uso informado, responsable, y la supervisión de los profesionales médicos y otros especialistas, salvan vidas a diario, logran mejorar nuestro estado de salud y bienestar, y hacen posible algo impensable, que los enfermos crónicos disfruten de una mejor calidad de vida y que se puedan aplicar efectos paliativos a las patologías avanzadas que resultan muy dolorosas.
Como bien dijo Antonio Escohotado: “No hay drogas buenas y malas, sino usos sensatos o insensatos de las mismas”.

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