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PSOE es prohibición

PSOE es prohibición

Por Drogoteca

Este domingo hay elecciones, y todavía no he conseguido decidir si me voy a dejar caer por el colegio electoral o no.


De los candidatos que apoyan la regulación del cannabis -aunque sea de boquilla o a última hora, como Ciudadanos y Podemos– no me gusta ninguno, y las perspectivas del partido que siempre ha apoyado la regulación (hasta el último momento con una PNL o “proposición no de ley” en la Comisión Mixta de Congreso y Senado para el asunto de las drogas) como son la gente de Izquierda Unida, no son muy buenas en mi zona con lo que mi voto -debido al sistema electoral- iba a tener nulos efectos. Y ante ese panorama no me siento muy llamado a perder mi tiempo el domingo, en alguna escuela o instituto de secundaria convertidos en colegio electoral, para celebrar “la fiesta de la democracia”.

Tengo además la impresión de que vivimos en un mundo de ideas sin nexo con la realidad, sobre todo en ciertos estereotipos en la política hispana y especialmente en los que atañen al PSOE, ese supuesto partido socialista y obrero. A primera vista, cuando pensamos en lo que es represión y política de recorte de libertades -a muchos entre los que me incluyo- lo primero que nos viene a la cabeza es el Partido Popular. Y no voy a ser yo el que rompa una lanza a favor de esa gentuza, a los que deseo la peor de las suertes posibles, todo eso siempre sin acritud: así revienten pronto.

Sin embargo, tal vez porque algunos ya somos más viejos y hemos visto alguna cosa más, sabemos que esa pretendida diferencia por la que el PP es mucho más depredador de las libertades individuales que el PSOE -incluido el consumo de cannabis u otras drogas- es falsa. Un espejismo. Tan real como los unicornios rosas. Que el PSOE sea un partido “más amigo de la libertad” que el PP, es mentira. Es una mentira como decir que a un pastor alemán le gusta más la carne que a un dóberman: ambos son perros muy parecidos en lo esencial y, desde luego, con el mismo gusto por un buen bistec de roja carne.

Es posible que seáis muy jóvenes, e incluso que vayáis a votar por primera vez. Si queréis saber como ha ido traicionando el PSOE al cannabis en España, no dejéis de leer este breve resumen que acaba con un candidato a presidente que mete en el mismo saco al cannabis, la cocaína y la MDMA y sigue con un discurso propio del siglo pasado, convirtiéndose en el nuevo enemigo del cannabis en España: Pedro Sánchez Castejón.

Vamos a ir de un salto -sólo por un instante y no durante 4 años como con el gobierno de Rajoy– al año 1985. En aquellos años, una España incipiente en su estrenada democracia se enfrentaba con los primeros escenarios creados por las drogas y su régimen de prohibición y, aunque se promulgaban las primeras leyes endureciendo las condenas por tráfico de drogas, todavía se entendía que el consumo no era objeto de reproche penal ni administrativo, más allá de la incautación de la droga y de las ganas de meterse con el usuario que tuvieran los policías de turno.

En ese año de 1985, el PSOE monta lo que sería el Plan Nacional Sobre Drogas o PNSD. Sólo un año después, nace su “hermano gemelo privado”: la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción o FAD. Si sois un poco mayores, recordaréis el anuncio de la cocaína en el que un gusano entraba reptando por la nariz de una persona: eso es la FAD. Es una fundación, lo que le otorga un tratamiento fiscal especial y ventajoso, pero mantiene un carácter privado. Privado para los derechos pero público para chupar dinero de los impuestos de todos: su gran fuente de financiación han sido siempre los presupuestos públicos.

La FAD fue fundada por un general franquista que llegó a político demócrata, Gutiérrez Mellado, pero hoy día está compuesta por una florida representación de “lo mejorcito” en España: TelefónicaBanco SantanderREPSOLCaja Madrid – BANKIAONCELa Razón, la COPEOnda CeroTelecinco y MediasetAntena3 y AtresmediaENDESA, la CEOEGrupo VocentoTuentiTwitter y Google, entre otros muchos. Vamos, que están la banca, las energéticas y los medios de comunicación. ¿Así cómo no van a vivir del dinero público y de esas campañas de “educación” forzosa contra las drogas?

Las actuaciones de la FAD y el PNSD no ayudaban tampoco a nada -a nada que no fuera a crispar el tenso ambiente social en torno a las drogas- y en el año 1991 en España saltan las “patrullas vecinales contra la droga”, que no eran sino masas de cafres con palos que salían a la caza del yonki por diversas ciudades (para ellos yonki era tanto el que se “chutaba los porros” como el que se “fumaba un tripi”), en mitad de un escenario de crisis económica y alto paro. Con algo había que divertirse y, lo de apalear yonkis en grupo, llegó a cuajar. Al final el Gobierno del PSOE, encargo a su flamante ministro del interior -un electricista venido a más apellidado Corcuera– la elaboración de una nueva ley. Habéis acertado: la “Ley Corcuera” o Ley de Seguridad Ciudadana, por la que -todavía hoy- se te quita tu cannabis y se te multa por el simple hecho de llevarlo encima para tu consumo. Dale gracias al PSOE por ello.

Esa ley se llamó durante años “Ley de la patada en la puerta”, porque incluía un artículo que permitía el acceso de la policía a cualquier domicilio sin orden del juez, siempre y cuando “el policía sospechase…” que había un delito de tráfico de drogas. Aunque ese artículo lo eliminó en 1993 el Tribunal Constitucional -provocando la dimisión de Corcuera que, como era un chulito sin control, se apostó el ministerio a que “no le cambiarían ni una coma”- sirvió para quedara patente la idea subyacente de que el narcotráfico y las drogas eran suficiente motivo para que se violasen las garantías constitucionales: la “ley de la patada en la puerta” sólo servía para el narco, y no servía -por ejemplo- para un caso de prostitución infantil o de trata de seres humanos.

Puede que ahora os suene demasiado “heavy”, pero el supuesto ‘PSOE de las causas justas‘ no tenía problema en meter años en prisión a gente que no había causado daño alguno a otros, y éramos el único país de Europa donde existían auténticos presos de conciencia condenados a 2 años, 4 meses y 1 día de cárcel por negarse a hacer el servicio militar obligatorio: “la puta mili”. Y por si fuera poco, en caso de que tuvieras una plaza de trabajo del estado, ganada por oposición, la perdías de por vida. ¡La represión del PSOE tenía un intenso sabor a talego! Sonará horrible, pero tuvimos que esperar que llegase un Aznar que -presionado por sus socios catalanes- acabó definitivamente con la mili y, muerto el perro, con el tema de los presos insumisos.

En el año 1994, el que entonces era el Delegado del Gobierno para el PNSD (con rango de secretario de estado) Carlos López Riaño, propuso en TV y algunos medios que se abriera un debate orientado a la legalización del cannabis. ¡Coño! ¿El PSOE proponiendo la legalización en el año 1994? ¿Y qué han hecho hasta ahora al respecto? Aunque Carlos López Riaño lo propuso sin pelos en la lengua, la respuesta social estimulada por el discurso de la FAD -que se corría haciendo campañas con ideas de Nancy Reagan, tipo “¿Drogas? DI NO”- fue poco favorable y muy polarizante. Tenía más peso e influencia sobre la opinión pública una llorosa “madre contra la droga” que todos los argumentos lógicos y científicos, que evidenciaban que el cannabis no debía ser tratado de la misma forma que el resto de drogas ilegales, sino de forma similar al tabaco y el alcohol. Y el PSOE rápidamente hizo callar a López Riaño, que había llegado en sustitución del juez Garzón, quien abrió la Audiencia Nacional -de cuestiones de terrorismo, a los delitos de narcotráfico- para su honor y gloria mediática. El único representante inteligente del PSOE en el PNSDLópez Riaño, fue silenciado y olvidado mientras se iniciaba la etapa ultra-prohibicionista de mano de los socialistas.

Riaño en el PNSD sustituyó a Garzón, y de ahí acabó llegando al PP de Aznar que puso al frente a Gonzalo Robles, que aseguraba que “el porro terapéutico no existe, ni siquiera para el enfermo terminal” y del resto ni hablamos. Recuperó su control el PSOE con una señora, de nombre Carmen Moya, que decía que “consumir drogas es una enfermedad crónica” y que “legalizar las drogas era utópico por no decir imposible”, para terminar en manos de una amiga de Leire Pajín, llamada Nuria Espí, que fue la que se encargó de torpedear los procesos de regulación que, durante el gobierno de Zapatero, se estaban dando -de forma local- en algunos lugares del estado como Euskadi.

Aunque si hubo algo que sí hizo el gobierno de Zapatero en materia de drogas, fue multiplicar el número de sanciones relativas a la tenencia y consumo en lugar público, disparándolas a los niveles actuales con una policía depredadora y recaudatoria. Esto es el currículum del PSOE en materia de cannabis y otras drogas, lejos de palabras y atendiendo a los hechos. Eso y haber intentado meter los videojuegos, las redes sociales e Internet, como nueva categoría llamada «drogas sin sustancia» en el PNSD, idea que tuvieron que comerse con patatas. Desde entonces, año 2011, apenas habían vuelto a tocar el tema.

Pero llegó Pedro Sánchez Castejón -a falta de algo mejor entre los del puño y la rosa- y decidió escenificar en TV la hipocresía del PSOE en materia de cannabis. Así pues, mientras hace un par de meses una diputada suya mentía -sin perder la sonrisa- a la revista Interviú, afirmando que el PSOE quería “regular los clubs de cannabis y liderar el debate de la regulación en Europa”, su candidato a presidente se convertía en el enemigo de los usuarios de cannabis en España, haciendo gala de sus posturas retrógradamente prohibicionistas y de un desconocimiento absoluto de la realidad referente al cannabis. En el programa “El HormigueroPedro Sánchez soltó algunas perlas como:

El tema de la legalización es suficientemente complejo como para que lo saquemos de la campaña electoral” 
En España se consume muchísima droga y no sólo marihuana, también cocaína y éxtasis
Hay muchísima gente joven que ‘está cayendo en el consumo de las drogas’ y eso tenemos que evitarlo

Acaba rematando con que “se compromete a abrir un debate sobre el asunto de la legalización” -aunque personalmente no quiere que las drogas sean legalizadas- pero es otra mentira más: no va a abrir nada, simplemente sabe que el debate internacional en el 2016 lo va a marcar la propia ONU con su reunión de la UNGASS donde, presuntamente, se cambiará la fracasada guerra contras las drogas por algún intento de política inteligente. Por otro lado, el debate en España lleva abierto ya años, sin que el PSOE haya hecho nada salvo oponerse y despreciar a los usuarios de cannabis.

Pedro Sánchez no quiere hablar del asunto en campaña electoral pero no porque lo considere demasiado importante, como dice, sino porque le da miedo que parte de su grupo de votantes, los más prohibicionistas y retrógrados, acaben por irse con el voto a otro lado. Lo que no ha calculado bien Pedrito es el porcentaje de personas a favor de un legalización del cannabis en España. En realidad no debe haber hablado ni con los prohibicionistas de la FAD, que hasta ellos reconocen que un 52% de los ciudadanos ve con buenos ojos una legalización de la venta y consumo privado del cannabis.

Además, el líder socialista -con permiso de Susana Díaz– no parece hacer distinción entre cannabis, cocaína y MDMA, igualándolo todo en un anacrónico “las drogas” que no permite escrutinio del asunto ni diferenciación útil para encontrar soluciones donde fueran necesarias. Se escuda en un argumentario propio de los años 80, que sólo puede ser explicado desde la ignorancia.

Por último, habla de que él quiere proteger a esos jóvenes que están “cayendo” en el consumo de las drogas: poco más y nos cuenta que hay traficantes que regalan droga a la puerta de los colegios para que los niños se enganchen, o que se comienza por un porro y se salta a la heroína intravenosa. Tirando de los mitos y el argumentario más obtuso y atrasado disponible, Pedro Sánchez se muestra incapaz de articular una respuesta fundada, coherente con la realidad y sigue estancado en un discurso con 30 años de retraso. No alcanza a entender que el consumo de una droga -ni siquiera el consumo frecuente- no es equivalente a una adicción en la que “haber caído”, y que hoy día los patrones de consumo de drogas en la sociedad demandan respuestas realistas y prácticas, no sermones y moralinas dadas por un candidato de tercera pasado por lavadora.

No sé si finalmente votaré, pero no olvidaría que lo socialistas han estado jugando un doble juego con las necesidades y las esperanzas de los usuarios de cannabis, para acabar traicionándolos -una vez más- a las puertas de las elecciones. El PSOE se ha acabado revelando como lo que siempre fue: lo mismo que el PP, pero con cierto “tinte rojo” ya totalmente descolorido.

Desgraciadamente -hoy más que nunca- votar al PSOE es votar prohibición, no lo olvides.

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