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Usó: “Los medios juegan a ser el mensajero, pero en su lugar crean opinión”

Usó: “Los medios juegan a ser el mensajero, pero en su lugar crean opinión”

Arnau Alcaide

El historiador y sociólogo valenciano, Juan Carlos Usó, presentó ayer 27 de setiembre en la librería Bartleby de Valencia su nueva obra Drogas, neutralidad y presión mediática con la que da continuidad a Drogas y cultura de masas incidiendo sobre los inicios del prohibicionismo en España, a comienzos de siglo XX, antes de la prohibición en Estados Unidos.


Le introdujo Javier Cavanilles, periodista que destacó “lo desesperante de ver que los medios no han aprendido nada” y la falta de “ambición política” en España, donde ni los “partidos de izquierdas” han querido tradicionalmente “iniciar este debate”.

“Efectivamente el prohibicionismo moderno responde a EEUU, pero el discurso incial en España es el mismo”

Usó alabó la obra Historia General de las Drogas de Antonio Escohotado, su referencia y la de mucha gente, sabiéndole “especialmente satisfecho de la documentación del consumo en Grecia y Roma”. Pero la recordó para enlazar que le “llama la atención” cómo desarrolla “la prohibición y las causas por las que se establece”, especialmente en lo referente a la influencia Estados Unidos. Según Usó, Escohotado da a entender en esa obra que la superpotencia exporta el modelo prohibicionista. Es sobre este aspecto que versa y nace Drogas, neutralidad y presión mediática:

“No podía ser así porque, cuando se impone el prohibicionismo, EEUU todavía no es esa superpotencia planetaria. Por otro lado, el mundo no estaba tan globalizado, por lo que el seguimineto automático de la comunidad internacional a favor de EEUU no me lo terminaba de creer. Mi idea fue llegar a las causas específicas del prohibicionismo en el modelo Español”, explica el escritor valenciano.

Como introduce en Drogas y cultura de masas, el triunfo del prohibicionismo se gesta a principios de siglo XX cuando se combinan la influencia cultural francesa, con la confesionalidad apostólico romana del estado español y los efectos colaterales de la neutralidad del gobierno en la I Guerra Mundial.

Pero en Drogas, neutralidad y presión mediática va más allá: “Se decía que grupos marginales habrían introducido la droga, pero entre 1915 y 1918 hay campañas de prensa sin las cuales no se explica la apuesta por el prohibicionismo en España. Esto quise corroborarlo con el estudio de otros países. Ningún gobierno actúa sin que previamente se haya producido una preisón mediática. Ningún ejecutivo ha tomado medidas de tipo represivo sin antes pasar por una campaña de los medios de comunicaicón”.

Las campañas de la prensa

“La primera campaña será en 1915 en un periódico marginal durante una semana, pero en el 17 ya hay otras dos, seguidas por otra en Barcelona en un diario mucho más importante que se prolonga durante dos meses”, continuaba el escritor. “Esta coincide cronológicamente con una en San Sebastián, que es clave porque toda la aristocracia veranea allí, y toda San Sebastián se vuelca con la muerte de un conde en un cabaret y se lanza una fuerte campaña. Finalmente la prensa madrileña en el 18 hace campaña con grandes titulares de permisividad del gobierno con la droga. Esto es lo que desvela este libro, el cómo se gesta esta carrera acelerada hacia el prohibicionismo. Y ocurre a la vez que Alfonso XIII anima a cultivar opio”, revela Usó.

La del periódico barcelonés marginal Germinal, en 1915, fue la primera campaña. “El periodista que la pone en marcha es Mateo Santos, republicano radical de izquierdas que acaba en la FAI y exiliado. Tipico fetichista de la abstinencia, el tema personal de ver que eran sus compañeros de bohemia los que se ponían hasta el culo le indujo a hacer la campaña”, explica.

En San Sebastián, un joven conde muere de sobredosis, haciendo saltar las alarmas entre la influyente aristocracia. Será el caso crítico junto al de otros tres nobles, también jóvenes, que condicionará prensa y opinión pública. Simultáneamente, El Diluvio, de Frai Gerundio, carga contra los farmacéuticos que se hacen “de oro” con la venta de morfina. “Habría hijos de personas influyentes afectadas. Del 15 al 18, mueren un total de 4 aristócratas españoles. Uno de los que muere es un marqués de Lozoya. Gente joven, nobles, menores de 25”. Se comentaba en todos los altos círculos y por ende permeaba en la prensa, que se veía influenciada.

Días antes de que el gobierno legislara en el 1918, una serie de gente “influyente” fue a protestar para “proteger a su descendencia”. El presente libro también trata cómo en 1921 una campaña fortísima en Las Provincias ponía el broche valenciano al asunto: “Envenenan a la juventud valenciana”, era el titular.

“En los años 20, en España ya se está democratizado y se consume por las prostitutas, heredado de las francesas, en los barrios chinos y por clases bajas. Entonces, proteger la Salud Pública representaba proteger ‘la raza’ de la ‘degeneración’”, sostiene Usó. Es ahí cuando se crea el rumor que asocia el consumo a “taras transimisibles por la herencia”, una línea en la que trabajan médicos “reputadísimos”.

“Una sustancia que es sana, que es buena, consiguen elevarla a objeto de crimen”

“Al principio de la prohibición, en 1918, los envenenadores, los traficantes, son los farmacéuticos, los que no son escrupulosos en el cumplimiento de las leyes. El farmacéutico envenenador es aquel que no te pide la receta”, reivindica. Es a partir de ahí cuando se va construyendo en la sociedad que la persona consumidora de drogas es aquella a la que le han “anulado” la voluntad, por la sustancia y quien la provee.

Como historiador, considera que lo que le “interesaba” es “cómo algo que estaba distribuido por farmacéuticos y controlado por médicos pasaba a estar distribuido por ciminales y controlado por policías; cómo la sociedad es capaz de prohibirse a sí misma una práctica y materializar un delirio”, algo que ha “conseguido reflejar” en el libro.

El caladero del prohibicionismo

“He discutido con Escohotado cómo EEUU no era capaz de exportar su modelo, que cada país tenía sus causas específicas y el prohibicionismo no se entiende sin la participación de los medios de comunicación”. El escritor señala que, en la actualidad, “no podemos aspirar a políticas sin la colaboración de los medios. Un titular a mala leche te puede tumbar años de trabajo de Reducción de Daños”.

Usó comentó que, si bien la prohibición moderna sí se explica con EEUU, una de les pruebas de su limitado alcance entonces es que en España en 1935 se aprueba el “carnet de dosis extraterapeúticas”, para “gente que se ve que no va a poder dejar el hábito”, y el franquismo la mantiene. Es en el 1968 cuando la posibilidad se desmantela al aceptar los tratados internacionales. “Conozco al nieto de un hombre que se suicidió cuando le dejaron de proveer morfina públicamente”, añade.

Señaló las dificultades desde la izquierda española para resistir al pensamiento prohibicionista que se imponía ya entonces, pues el consumo podía ser considerado antirevolucionario. “Desde un punto de vista marxista, la ebriedad es contraria al uso de la razón. Los concilios obreros ya señalaban la droga como desmovilizadora. He estado buscando alguna ponencia en la que se explicase, se hiciese autocrítica desde la izquierda, de por qué se usan las armas del enemigo de clase, y no ha hecho autocrítica históricamente con este tema la izquierda”, apunta. 

El panorama actual en España

“Las drogas son buenísimas, algo fantástico para cuando estás mal estar bien, pero si desde los medios de comunicación empiezan a venderlo como una coartada genética para quien está mal, y en ese dilema y tesitura nos movemos ahora”, ilustra Usó.

“La prohibición es un asunto teológico”, mantiene. “Lo que verdaderamente envenena a la gente no es delito de Salud Pública. Presenté al congreso de Euskadi una deconstrucción del concepto de Salud Pública: no se está protegiendo la salud de nadie, son delitos sin víctima en los que se castiga la desobediencia”.

«El consumo irresponsable no me afecta, el voto irresponsable sí»

“En España, que se hablaba de punta de lanza del prohibicionismo, no se explica que el cannabis no sea ni legal a efectos terapéuticos. Toda Europa lo está incluyendo. Sería la forma des del punto de vista prohibicionista de desactivar cualquier tipo de reivindicación ¿Usted para qué lo quiere? ¿Para colocarse? Para eso no está disponible. Parece que estén garantizando un sistema oligopolístico antes de dar el paso”, asevera contundente Usó.

Cierta situación de normalidad, que España tenga tradición de oferta en la calle, puede que dificulte o no impulse a nivel legislativo mayores iniciativas. Al poco tiempo de funcionar Podemos, Héctor Brotons, del bufete especializado Brotsanbert y del Observatorio Europeo de Consumo y Cultivo de Cannabis, consiguió hablar con Errejón al respecto y la respuesta que recibieron es que ‘esto de las drogas no toca’ todavía. No soy optimista para España; soy optimista viendo a EEUU, Canadá, México, viendo cómo se regulan el cannabis o los hongos psilocibes”, lamenta.

“Existiendo elementos modernos como la Dark Net, el internet profundo, que a golpe de click te lleva a casa lo que quieras con niveles de pureza buenos y precios razonables, no tiene sentido continuar con este modelo prohibicionista. Además, hay una serie de asociaciones de Reducción de Daños que te pueden ayudar a que nada salga mal”, expresa Usó.

“Se producen situaciones paradójicas en la actualidad. Desde España se abastece a toda Europa y detrás de eso hay mafias, gente que se mueve con armas. Que esa realidad coexista con que ni siquiera el uso terapéutico sea legal es de un delirante difícil de digerir”, apunta el sociólogo e historiador.

«España no es tolerante, aunque lo parezca»

“Los titulares no cambian. Todos los veranos aparece una nueva droga. Cuando no es la hulk, la caníbal, y cuando no le cambiamos el nombre y anula la voluntad y te violan. No cambia la manera en la que introducen la droga en tragedias o se especula con la posibilidad de ir drogado. Se aventura constantemente como causa sin pruebas, además de servir de coartada genética contra la responsabilidad personal”, indica un Usó que considera que así los medios mantienen el imaginario prohibicionista. El motivo: la espectacularidad y una mentalidad ya asentada en el periodismo.

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