Benito Díaz
Portugal concedió el pasado agosto una licencia internacional para cultivar, importar y exportar la flor seca del cannabis psicoactivo. Están sujetos por un código de buenas prácticas agrícolas y bajo supervisión de INFARMED, Autoridad Nacional de Medicamentos y Productos para la Salud, subsidiaria del Ministerio de Salud, que aún no ha entregado su visto bueno, por causa de la pandemia.
No es la primera licencia que el gobierno luso otorga para el cultivo. Sin embargo, quizás sea la primera entregada a una empresa que planea convertirse en una multinacional del cannabis.
La Empresa
Consultamos la página web de Clever Leaves, donde ellos mismos se describen como “una compañía global con oficinas en Alemania, Canadá, Colombia, Estados Unidos y Portugal, que con un capital adquirido hasta la fecha de US$ 105 millones, se enfoca en el desarrollo de nuevos proyectos, apalancando mejores prácticas de otras industrias para construir activos EUGMP sofisticados para cannabis medicinal”.
Lanzada desde Colombia hace tan solo cinco años, Clever Leaves reúne una buena cantidad de divisiones y marcas de consumo. Por ejemplo, descubrimos que Iqanna es la desarrolladora de productos farmacéuticos de cannabis “para llegar a pacientes con productos seguros y de fácil acceso con el objetivo de ayudar a mejorar su calidad de vida”.
También podemos descubrir que Clever Leaves posee una sección llamada Herbal Brands, que aglutina diversas marcas de cosméticos y parafarmacia. Estos productos, relacionados en gran parte con el cannabis o el CBD, son distribuidos por multitud de sitios web, incluida la poderosa Amazon.
Forma parte de la compañía “Clever Leaves 360” en la que se sitúan como agentes de venta al por mayor tanto de aceite en crudo como aislado, para la elaboración de otros productos o como materia prima para etiquetas blancas. Además, cuenta con sus propias gestoras de inversión estratégicas en temas cannábicos, llamadas Cansativa y lift&Co.
Más allá de la información que facilita su propia web, no es fácil encontrar noticias que impliquen a la compañía. Su presidente, Andrés Fajardo aseguró que se encuentran en negociaciones para seguir creciendo en Europa, por ejemplo, Croacia. “Existe una desalineación en la normativa entre distintos países, a pesar de que fuimos de los primeros en avanzar en la aprobación del Cannabis Medicinal”, destacó Fajardo en declaraciones al diario El Tiempo.
Expansión
Clever Leaves ya cuenta con una una extensión de 17 hectáreas en la zona de Boyacá, al norte de Bogotá, Colombia. Se completa con una planta de procesamiento en Tocancipá. A esto habría que sumar el terreno de Portugal, compuesto por 85 hectáreas de tierra, más una de invernaderos, además del asentamiento de un centro de operaciones y otra central de procesamiento. Toda esta infraestructura, asegura la empresa, es necesaria para ofertar un producto de máxima calidad y que cumpla todas las exigencias sanitarias.
La noticia de su entrada en el índice Nasdaq el pasado Agosto, confirmó el interés de esta sociedad para cotizar en el segundo mercado más grande de EEUU. Según lo anunciado por Andrés Fajardo, aparecería combinada con otra empresa, Schultze Special Purpose Acquisition (SAMA). Hasta el día que nos ocupa, no hemos podido encontrar el índice anunciado (bajo las siglas CLVR) de la empresa compartida ni de SAMA en particular, entre la lista de componentes de este índice bursátil americano.
“La oportunidad que tenemos en nuestra empresa implica nuestra situación geográfica y nuestra legislación, más avanzada que la de otros países”, señalaba Andrés Fajardo en una entrevista a “Mejor Hablemos”, a la vez que relataba el incremento en el PIB de su país del 0,5% si su negocio sale adelante.
El mercado del cannabis está tomando impulso en Latinoamérica, con la aparición de nuevas regulaciones al respecto. De esa forma, está llamado a ocupar un punto interesante en las economías de países como México, Uruguay o la propia Colombia.
Portugal
La legislación de nuestro vecino del oeste despenalizó el consumo y posesión de pequeñas cantidades en 2001, y en 2018 dio un paso adelante con la regularización del cannabis terapéutico. Su legislación se ha constituido alrededor de la reducción de daños, en lugar de establecer duras sanciones contra los consumidores. Aun así, el comercio y distribución de drogas está penado y perseguido.
El cannabis terapéutico fue regulado a través de una ley que establece que todos los tipos de productos deben ser recetados por un médico y aprobados por el organismo INFARMED. Solo se recurrirá a estas terapias en el caso de que los demás tratamientos convencionales no den resultados. Suele prescribirse para tratamientos contra el dolor crónico, terapias oncológicas y trastornos de estrés postraumático, entre otras dolencias.
No es novedad que una multinacional pinte un precioso paisaje alrededor de los productos del cannabis. Es posible que la industria pueda traer magníficos ingresos a las arcas públicas y llenar los bolsillos de los inversores. Sin embargo, no se apunta en ningún momento a cuál será el coste para los ciudadanos. Cuál es la regulación “ad hoc” que exigen estos organismos y que en absoluto va a contemplar a los pequeños productores, a los consumidores o a las Asociaciones Cannábicas. En la unión de estos actores sociales reside la única oportunidad frente a cada vez más poderosas corporaciones.