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Marruecos crea la agencia de reglamentación y control del cannabis

Marruecos crea la agencia de reglamentación y control del cannabis

Benito Díaz

El pasado seis de junio, el ministro de Interior marroquí, Abdelouafi Latftit, presentó en Rabat la Agencia Nacional de Reglamentación de las Actividades Relativas al Cannabis (ANRAC). Tras regular tanto el cannabis de uso medicinal, industrial y cosmético, Marruecos forma y dota de la capacidad de reglamentar a una agencia para su comercio. El organismo gubernamental ya cuenta con partida presupuestaria para este año y ha celebrado su primera reunión.

El documento de prensa explica que entre las obligaciones de la ANRAC se encuentran el control de todas las etapas de la cadena de producción, desde la importación de semillas hasta la comercialización de los productos obtenidos a partir del cannabis, producción, fabricación y transformación de la sustancia. También será la encargada de otorgar licencias para el cultivo legal.

La regulación viene a situar al país norteafricano a la cabeza de la carrera por la regulación de este mercado, que podría suponer una inyección de capital de al menos 20.000 millones de euros anuales, un dinero que ya se recoge con la planta en estado de ilegalidad. Las 55.000 hectáreas cultivadas podrían suponer un alto volumen de producción con el que surtir mercados europeos como el suizo, el portugués o el incipiente mercado del cannabis legal de Alemania.

La ANRAC

El establecimiento de una nueva agencia del gobierno es una espada de doble filo. Por una parte, significa la puesta en marcha de medidas para la regulación y la intención de hacer reflotar la economía sumergida, acabando con el mercado ilícito. Por otra, el gobierno se asegura de poder controlar toda la producción de cannabis del territorio, enorme por la centenaria tradición cannábica marroquí. No en vano, Marruecos continúa siendo el primer productor mundial de cannabis.

La producción de cannabis está, de momento, solo autorizada en Alhucemas, Chauen, Ouazzane, Taunat, Larache y Tetuán, zonas del norte del país cercanas a los valles del río Rif.

La ANRAC significará la puesta en marcha de las cooperativas de agricultores que ya se perfilaron en la propuesta de ley sobre el cannabis de uso medicinal. Estas agrupaciones de cultivadores locales, busca conseguir que los pequeños productores dejen de ser el eslabón más débil de la cadena, como ocurre en la actualidad con la indefensión ante narcotraficantes y policía corrupta, además de sufrir otros abusos como la compra de su cosecha a precios irrisorios, del 3% del precio de venta final, por las cuestiones antes mencionadas.

Las licencias serán concedidas en base a obligaciones legales para agricultores, en convenio con las autoridades e inversores, tales como informes mensuales sobre producción, venta, estado de almacenes, semillas, número de plantas y productores asociados. También serán bienvenidos los inversores internacionales.

La ley se marca como objetivo reconvertir los cultivos ilícitos y destructores del medio ambiente, en actividades sostenibles y legales generadores de valor añadido y puestos de trabajo.

Porcentajes de THC

La nueva agencia fijará también el porcentaje de esta molécula psicoactiva. De esta forma, el límite permitido para el uso terapéutico e industrial continuará oscilando entre el 0,2 y 0,3% para su exportación comercial. En el país, el techo se encontrará en el 1%, aunque las variedades que pueden encontrarse en las zonas de cultivo rifeñas es mucho más alto.

Como avanzamos en estas mismas páginas, la propuesta solo contempla el cannabis con uso industrial y terapéutico, por lo que su uso recreativo seguirá siendo ilegal.

Mejores condiciones para agricultores

Las autoridades marroquíes confían que el desarrollo de la industria del cannabis y sus usos medicinales y comerciales, puedan coexistir con la tradición del cultivo en su país. Hasta el año pasado, el status de la planta era de tolerancia por parte de la administración, pero no admitida de forma oficial. La regulación prevé ayudar al estado precario y de inseguridad de al menos 60.000 familias productoras independientes, decenas de miles de trabajadores del campo, dotándolas de protección social y sanitaria.

La reforma también podría servir para el acercamiento del gobierno a una zona en la que no se ha mostrado demasiado presente, a lo largo de su historia. Por ejemplo, entre 2003 y 2010, se intentó llevar a cabo una prohibición del cannabis en la zona del Rif. Las protestas y revueltas violentas por parte de las tribus rifeñas por la defensa de lo que reivindicaban como su único sustento, dieron con la represión del ejército marroquí y redujeron aquellos cultivos de forma notable. Ahora, el debate del cannabis parece haber avanzado, quizás en Rabat se han dado cuenta de que el “Oro Verde” es más rentable funcionando para ellos, llenando las arcas del Estado, que prohibido y producido en la clandestinidad como había sido hasta este momento.

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