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Conoce a Alexander Shulgin, gran padre del MDMA

Conoce a Alexander Shulgin, gran padre del MDMA

Benito Díaz

El pasado día 2 de junio se cumplieron siete años del fallecimiento de Alexander Shulgin, farmacéutico, químico y creador de alrededor de 230 sustancias psicoactivas, tales como el MDMA. Asiduo articulista en revistas como Nature, Shulgin escribió dos volúmenes sobre feniletilaminas y triptaminas, ayudado por su pareja, Ann Shulgin. En esta ocasión, ahondaremos sobre la vida y el legado del científico psicodélico.

Un químico que fue responsable del rescate de la MDMA y su posterior desarrollo hasta la sustancia que conocemos hoy en día. Además, creó y sintetizó con éxito un sinfín de elementos psicoactivos, tales como el DO(x), el 2CB y muchas de sus variaciones. Estos psicotrópicos, sobre todo el MDMA, han sido introducidos en psicofarmacología para tratamientos del estrés postraumático y la depresión en cientos de casos de todo el mundo.

Biografía

Alexander Shulgin nace en Berkeley, California, en 1925. Estudia Química Orgánica en Harvard, enseñanzas que abandona a los 19 años para enrolarse en la Marina de los Estados Unidos. Tras la Segunda Guerra Mundial, Shulgin se interesó por la farmacología y la bioquímica, obteniendo su doctorado en la segunda disciplina en 1954, otorgado por la Universidad de California en Berkeley.

Al final de la década de los 50, Shulgin consiguió un post-doctorado en psiquiatría y farmacología en la Universidad de California en San Francisco. Fue entonces cuando comenzó sus estudios sobre psicodélicos, empezando por descifrar el potencial de la mescalina. Mientras echaba a andar una de las investigaciones científicas más importantes de la historia, Shulgin trabajó para la industria química Dow Chemical Company, con la que patentó el Zectran, el primer insecticida biodegradable. La rentabilidad de este producto, condujo a la empresa a garantizar el máximo de independencia en la investigación de Shulgin quien, sin embargo, abandonó la empresa en 1964.

Convertido en consultor privado, Shulgin continuó con su labor investigadora, a la vez que impartía clases en universidades y en el Hospital General de San Francisco.

La DEA

La participación de Shulgin con la administración anti-drogas norteamericana podría sorprender a más de uno. Sin embargo, todo parte de la amistad que surge entre nuestro químico y Bob Sager, director de ciertos laboratorios de la entidad. Así, Shulgin comienza con la consecución de seminarios sobre farmacología a agentes, facilitando la obtención de muestras sobre compuestos y participando como experto en juicios. También es responsable de un manual para la aplicación de la ley en sustancias controladas y recibió varios galardones de parte de la organización.

Este idilio atípico duró alrededor de 25 años, en los cuales Shulgin recibió una licencia por parte de la DEA que le autorizaba a llevar estudios sobre sustancias que se consideraban prohibidas. El científico utilizó ese permiso para llevar a cabo la síntesis de las nuevas sustancias, en un pequeño edificio que construyó en la parte trasera de su casa, consiguiendo una independencia sin la cual no habría podido alcanzar las cotas más altas de su carrera.

En 1994, tras la publicación de su segundo libro “PiHKAL”, la DEA ordena el registro de su laboratorio. Con la excusa de haber violado las condiciones de su autorización, el organismo lo revocó y multó al químico con 25.000 dólares por encontrarse en la posesión de muestras anónimas que le habían enviado para su análisis. Tiempo más tarde, Richard Meyer, portavoz de la DEA en San Francisco, confesó que este exabrupto se había tratado más de una cuestión política que de verdaderos cargos criminales. “Es nuestra opinión que estos libros son bien libros de cocina sobre cómo hacer sustancias psicotrópicas ilegales. Los agentes me dicen que en los laboratorios clandestinos que han registrado, han encontrado copias de estos libros», explicó el agente en declaraciones.

Publicaciones y experimentación

Entre 1991 y 1997, Shulgin junto a su pareja, Ann Shulgin, escribieron dos impresionantes volúmenes que contenían el compendio de la investigación del químico. La farmacopea, desarrollada en la segunda parte de Pihkal, describe 179 elementos diferentes, con instrucciones de síntesis, dosis recomendadas, bioensayos y comentarios, entre mucha otra información.

La elaboración del material especificado entre Pihkal, una historia de amor químico y Tikhal: Triptaminas que he conocido y amado, no solo se basó en la experiencia en laboratorio. Después de probar cada una de las sustancias en sí mismo y, en ocasiones, dárselas de probar a Ann Shulgin, el científico reunió a un pequeño grupo de amigos quienes cataban los nuevos elementos psicodélicos con regularidad. Junto a ellos, crearon un sistema de clasificación para los efectos de los compuestos, que recibió el nombre de Escala Shulgin.

La innovación en estas sustancias deviene en pequeñas infinitas variaciones que afectan a multitud de efectos, algunos placenteros y otros desagradables, todos ellos retratados en los textos de Shulgin, a través de una notable capacidad descriptiva, como ésta que realiza el autor sobre los efectos de una dosis elevada de 2CB: “La habitación estaba fresca y durante la primera hora sentí frío y frío. Esa fue la única parte levemente desagradable. Habíamos estado colgando cristales ese mismo día, y las visiones que tuve fueron dominadas por patrones de luz prismática. Fue casi como si me convirtiera en la luz. Vi formas caleidoscópicas, similares, pero menos intensas, cuando estaba en ácido, y formas orgánicas como las flores de Georgia O’Keefe, florecientes y onduladas. Mi cuerpo estaba inundado de orgasmos, prácticamente por solo respirar. El hacer el amor fue fenomenal, apasionado, extático, lírico, animal, cariñoso, tierno, sublime. La música era voluptuosa, casi tridimensional. A veces el sonido me parecía distorsionado, como bajo el agua”.

El MDMA

En 1967, Merrie Kleinman, estudiante de química, dio una muestra de Metilendioximetanfetamina a Shulgin. Se trataba de una sustancia sintetizada y patentada por Merck en 1921, subproducto de otras síntesis y considerado inservible por la industria química. Shulgin mejoró la sustancia, desarrollando un nuevo método de procesado. Sus efectos empatógenos y contactogénicos fueron ignorados en un primer momento por el sabio, que envió sus resultados a otra persona en 1970. Ese mismo año, la sustancia ya estaba en las calles siendo utilizada en el ámbito recreativo.

Shulgin no pensaba que el MDMA tuviera posibilidad de causar experiencias demasiado trascendentes, y así, poco se podía aprender con ella. Sin embargo, le impresionaron los efectos de desinhibición que producía en las personas y se le ocurrió que podía ser útil en terapias psicológicas. Presentó sus ideas a su terapeuta, Leo Zeff, conocido por su interés en terapias psicodélicas. El psicólogo quedó tan impactado por los efectos del elemento que abandonó su retiro para promover el uso terapéutico, entre miles de psicoterapeutas. Zeff denominó al componente como Adam, pues pensaba que el MDMA devolvía a sus consumidores a un estado de inocencia primitiva.

Rescaté esta sustancia por sugerencia de un amigo. La probé y escribí mucho sobre ella en las revistas médicas. Descubrí que tenía notables beneficios terapéuticos. En su momento representó la aparición de una nueva familia de agentes que permiten al individuo expresar y experimentar contenidos afectivos reprimidos por las barreras culturales. El MDMA alcanzó gran popularidad entre la cultura underground californiana y entre la clientela de los clubs nocturnos. Los vendedores, en una acción de marketing, la rebautizaron con el nombre de éxtasis. En 1985, el Gobierno estadounidense declaró esta sustancia ilegal a pesar de que numerosos científicos argumentamos sobre sus propiedades para hacer aflorar pensamientos y recuerdos reprimidos”, relató el científico en una entrevista para Muy Interesante.

Pensamiento

La filosofía del químico trasciende entre las líneas de sus cientos de artículos y sus potentes tomos, por ejemplo, Pihkal, que entre sus dos partes alcanza poco menos que 1000 páginas.

Por ejemplo, su opinión al respecto de las sustancias psicodélicas con las que trabajaba, de las cuales Shulgin decía que, “son compuestos no adictivos que alteran temporalmente el estado de conciencia de una persona. Suelo compararlas a la televisión. Ésta puede ser instructiva y, si se seleccionan los canales con inteligencia, puede ofrecernos una información relevante. Es cierto que para mucha gente la televisión es una forma más de entretenerse, no buscan ni encuentran nada profundo en la experiencia de verla. A otro nivel, ocurre algo similar con las drogas psicodélicas: pueden utilizarse para divertirse la noche del sábado o bien para descubrir el potencial que tienen para ayudarnos a investigar nuestro universo interior”, dijo el sabio en declaraciones.

Toda droga, incluida la televisión, tiene sus riesgos. No hay excepciones. La cuestión central es que todas las drogas, sean legales o ilegales, proporcionan cierta recompensa. Y ciertamente puede llegar a abusarse de ellas. Cada uno de nosotros debería ser capaz de poner en la balanza la recompensa y el riesgo y tomar una decisión. Los beneficios de un buen uso de las drogas son muchos. Cubren desde la curación de enfermedades, el aligeramiento del dolor físico o emocional o la relajación. En el caso de los psicodélicos, permiten la investigación interior y la expansión de los horizontes mentales y emocionales del ser humano. Los peligros también son variados: dolor físico, alteraciones psicológicas, dependencia, violación de la ley y marginación social. Yo defiendo que cualquier persona adulta tenga la posibilidad de experimentar con una droga determinada, sea legal o prohibida por la ley, una vez haya valorado los beneficios y riesgos de su decisión personal”, relató Shulgin, quién también dejó su pensamiento al respecto de la regulación de las sustancias psicoactivas.

La legalización debe ir acompañada de la educación. Las drogas no son buenas ni malas por definición. En el universo de las drogas, como en la vida real, las cosas no son blancas o negras, la verdad siempre adquiere tonos grises. En este sentido, fomentar la transparencia de la información y educar a la población en un buen uso de las drogas ayudaría a la toma de decisiones individual. No obstante, alrededor de las drogas se levantan enormes intereses: de grandes delincuentes, de compañías farmacéuticas, de miles de funcionarios que viven de los presupuestos que los Estados dedican a la lucha antidroga. La pregunta es: ¿a quién beneficia que haya drogas ilegales?”, declaró el científico en 1998.

El mismo gran científico, el químico que revolucionó el ámbito de los psicodélicos para siempre, era un modesto ser humano descubierto a través de la experimentación y del estudio de la psique, quien explicaba al final de la entrevista de Lluís Reales, que lo que había aprendido a través de toda su carrera es “Que cuando abres la puerta de ti mismo, cuando viajas hacia tu interior, descubres muchas cosas. Y que puedes modificar tu vida para mejor. También he descubierto que el humor es fundamental para para vivir”.

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