Arnau Alcaide
El Vicepresidente del Gobierno y líder de la formación morada responde a Público que está a favor de la regulación del cannabis en una entrevista multidisciplinar dos años después de las Jornadas Hacia la Regulación Integral del Cannabis en el Congreso de los Diputados, cuando Podemos se pronunció a nivel estatal públicamente por última vez.
“No he convencido todavía a Pedro Sánchez; cuando se lo digo, se ríe, y yo le digo: ‘Presidente, no te rías, que esto son muchos recursos’.En mi opinión, el debate sobre esto no es si hacerlo o no, sino quién lo hace primero. Esto va a ocurrir, es imparable: el cannabis se va a legalizar en todas partes. Aquí podemos ser inteligentes o dejar el tren pasar. Pero creo que deberíamos ser inteligentes y asumir que, en términos de salud pública, en términos de seguridad ciudadana, en términos de recursos para el Estado que pueden tener además una orientación finalista que vaya en la dirección de la sanidad… es una oportunidad que habría que aprovechar”, ha explicado a Público.
Cuando habla de salud pública y orientación finalista de los impuestos, lo está haciendo de reducción de daños, de preservar la salud de las personas usuarias desde una regulación con garantías. Esta completa pero técnica, y algo críptica, respuesta de Iglesias mantiene el temor hacia un estigma que todavía pesa sobre la esfera pública y que amenaza de tener mala prensa y por lo tanto ser impopular a nivel electoral, como nos explicó el exdiputado Miguel Vila este verano.
La reducción de daños, pese a estar implementada por el estado a través de distintos programas de subvención pública, no goza de popularidad política. Las asociaciones de cannabis, por ejemplo, formarían parte de un acceso no comercial, seguro e informado al cannabis desde esta óptica opuesta a la prohibición. Su existencia, por lo tanto, lejos de amenazar la Salud Pública, la defiende. Por no hablar de que el modelo de clubes español es la referencia en Reducción de Daños en el mundo, episteme ideológico de la política de drogas moderna que respeta los derechos de las personas usuarias y no ahonda más en la criminalización y sus mil y una discriminaciones interseccionales. Una matización que sería justa a la hora de seguir.
“¿Que el cannabis es un problema para la salud pública? Claro. Y el whisky, y el tabaco… claro que sí. Pero creo que para evitar todas las mafias y toda la criminalidad asociada al tráfico parecería que es mucho más sensato hacer lo que ya han hecho muchos países (Uruguay, Canadá…) y aprovechar la ventaja competitiva que tendría España”, prosigue para Público. Es en esta parte del debate en la que, pese al estigma, se siente más cómodo, como vemos por el desarrollo de la respuesta, que sí enfrenta de manera clara el aumento de violencia derivado de la ilegalidad, el ejemplo de otros países y más de pasada, el potencial económico de absorber el mercado ilegal,
El silencio del partido ha atravesado complicados episodios, como el desaire a Podemos Cannábico, que salió en redes a defender los derechos de las personas usuarias de cannabis durante el confinamiento y no vio sus palabras replicadas más que por la prensa conservadora.
En esta dirección, Miguel Vila dejó declaraciones hacia la desconexión de Podemos con su Círculo Cannábico, del que dijo no tener “validez” para hablar por el partido y acusó de “entorpecer” el proyecto de regulación integral
“Yo en esto no tengo ninguna duda. Es verdad que el partido socialista es mucho más conservador en estas cosas y ojalá les podamos convencer, porque creo que no hay nada que perder”, ha querido enfatizar, trasladando una responsabilidad que difícilmente sería oída por la vía pública. Quiénes sino Podemos, cuyo proyecto de regulación integral lleva redactado desde aquellas jornadas que marcaban tanto la agenda como la ilusión de un colectivo, pueden elevar el debate para que su socio mayoritario en el Gobierno no tenga más remedio que abordarlo.